miércoles, 27 de febrero de 2008

Curación por la esperanza

Investigaciones demostraron que la fe favorece la curación y mejora la disposición de vivir.
La estudiante Rose Mendes fue ingresada de urgencia para hacer unos exámenes médicos. Tras algunos días recibió la terrible noticia de que tenía un cáncer terminal y tenía pocos meses de vida. Los tratamientos quimioterápicos fueron iniciados esperando que se postergara el avanzo de la enfermedad. Después de unos días los médicos se sorprendieron al constatar que el cáncer no sólo estaba contenido sino que en la habitación de Rose, esperaban ver una persona arrasada y deprimida. Pero, al contrario, se veía una chica sonriente y llena de esperanza.

- ¿Cuál es el secreto de tanta alegría? – preguntaba.

- Muchas veces me he despertado con miedo, en el medio de la noche – decía ella. – Pero luego tomaba mi Biblia, la leía y hablaba con Dios. Es eso lo que me mantiene firme.

El médico se impresionó con la determinación de la paciente. Pero sólo cuando ella se restableció completamente es que él se convenció del poder de la fe y de la esperanza en el proceso de curación. En verdad, ese es un fenómeno que ha llamado la atención de muchos investigadores alrededor del mundo, pues está tornando evidente que la fe nos capacita a vivir mejor.

Especialmente en los Estados Unidos diversas investigaciones han constatado la relación entre la fe y la curación. Un estudio de la Facultad de Medicina de Dartmouth reveló que la probabilidad de pacientes cardíacos murieran tras una cirugía era 14 veces más entre aquellos que no encontraban confort en la religión. En un plazo de 6 meses después de la cirugía, 21 pacientes murieron – pero entre los 37 que se declararon “profundamente religiosos” no ocurrió ninguna muerte.

Otra investigación – de la Universidad de Duke – probó que la religión de hecho hace bien a la salud. Los investigadores acompañaron un grupo de ancianos que va a la iglesia una vez a la semana y ora o lee la Biblia por lo menos una vez al día. La sorpresa fue que, entre los feligreses, la incidencia de hipertensión es un 40% menor que entre grupos de la misma edad, pero sin la misma fe. En verdad, según la Asociación Americana para el Progreso de la Ciencia, actualmente hay más de dos centenas de estudios que apuntan la fe como un buen remedio contra todo tipo de enfermedad – desde el insomnio hasta graves problemas cardíacos.

Delante de estos datos, muchos investigadores, especialmente del área médica, han repensado sus posturas. Dale Matthews es uno de ellos. Investigador del Instituto Nacional de Investigaciones para los Cuidados de la Salud, de Rockville, él catalogó 325 estudios que examinan esa relación y los efectos de las creencias en la curación de las enfermedades. Y el resultado fue sorprendente. Matthews, que suele orar con sus pacientes en el consultorio, concluyó que un 75% de las investigaciones muestran una conexión positiva. O sea, la fe realmente tiene un papel importante en la curación.

“En los últimos cinco años, los estudios sobre ese asunto anduvieron muy rápido. Entre otros resultados, se constató también que algún tipo de creencia aumenta la sobrevida en un 89%”, informó a una revista de circulación nacional el cardiólogo Herbert Benson, profesor de la Facultad de Medicina de Harvard.

Es bien verdad que aquellos que pautan la vida en las enseñanzas de la Biblia mantienen un estilo de vida saludable. En general no fuman, no toman alcohol y evitan llevar una vida promiscua y bohemia. Y cuando tienen algún problema de salud, suelen enfrentarlo de forma más positiva, “haciendo con que el tratamiento corra con más facilidad”, explica el oncólogo pediátrico Vicente Odone Filho, del Instituto del Niño, en San Pablo.

Eso no es todo. La fe y la disposición positiva que de ella adviene ayudan a producir sustancias importantes para el organismo. Aunque todavía no se conozcan exactamente cuáles de esas sustancias son producidas en mayor cantidad a partir de buenos sentimientos, es consenso que la acción de esas hormonas resultantes de los estímulos de fe o posturas positivas ayuda en el fortalecimiento del organismo. Muchos, como la melatonina y las catecolaminas, actúan directamente sobre el sistema inmunológico, responsable por las defensas del cuerpo, contribuyendo para la producción de sus células. “Sabemos que el sistema (conjunto de núcleos cerebrales donde son evaluadas las emociones) también está conectado al sistema nervioso, vinculado a la coordinación de funciones como la de control de la presión sanguínea y de latidos cardíacos”, afirma Andrew Newberg, investigador de la Universidad de Pensilvania.

TRANQUILIZANTE NATURAL

También ya se ha percibido que las personas religiosas – especialmente aquellas que creen en la vida tras la muerte – son mucho menos ansiosas. Es fácil comprender porque ese hecho de la fe también es bueno para el cuerpo. La ansiedad es un sentimiento que, después de procesado por el cerebro, provoca descargas de adrenalina en el organismo. Esta hormona acelera los latidos cardíacos y eleva la presión arterial. La exposición crónica a esa hormona contribuye para el surgimiento o agravamiento de enfermedades cardiovasculares y gastrointestinales. Además, la ansiedad debilita las defensas del organismo.

El Dr. Herbert Benson promovió una nueva comprensión de la fisiología envolvida en esa fe capaz de curar. Él observó que de un 60% a 90% de las consultas médicas envuelven enfermedades relacionadas con el estrés – incluyendo hipertensión, infertilidad, insomnio y problemas cardiovasculares. El Dr. Benson demostró que el estado de relajación provocado por la oración y meditación reduce el impacto de las hormonas del estrés, tales como la noradrenalina y la adrenalina. Por lo tanto, creer en algo más que la vida terrestre ayuda a ser feliz y, consecuentemente, encarar problemas, incluso enfermedades, con optimismo.

La verdadera religión, que nace del corazón y se somete a la voluntad de Dios, provee la serenidad y el equilibrio necesarios a una vida de paz y alegría. Es como dijo Maíza Netz, cantante cristiana: “Antes de conocer a Cristo, yo llevaba una vida triste con pocos momentos de alegría; hoy vivo una vida feliz con pocos momentos de tristeza.” La religión amplía los horizontes y da la certeza de que no precisamos enfrentar solos las luchas.

Don Claudio Hummes, en su columna en el periódico O Estado de S. Paulo del día 1 de diciembre de 1999, dijo que “la modernidad fracasó en la medida que excluyó la trascendencia divina y quiso endiosar al hombre, a quien, en verdad, sacó todo el horizonte para superarse y salir de la prisión egocéntrica. La fe cristiana, al contrario, apunta hacia una esperanza real”. Y la esperanza que nace de la fe sigue y seguirá siendo un santo remedio.

Beneficios de la religión

1. La certeza de no estar solo y poder contar con el poder infinito de Dios
2. Sensación de pertenecer a una familia/comunidad
3. Liberación del sentimiento estresante de culpa, a través de la confesión y del perdón
4. Conciencia de la origen y destino humanos, así como de nuestro lugar en el Universo
5. Serenidad, equilibrio moral y felicidad
6. Refuerzo de la auto-estima por saber que fuimos creados por Dios y a Su imagen
7. La adoración y el servicio por los otros nos llevan para allá de nosotros mismos y nos dan la sensación de utilidad

Píldoras antiestrés

Los que leen la Biblia perciben que ella está repleta de dosis de esperanza. Hay textos que son verdaderas “píldoras antiestrés”:

• “Teme a Jehová, y apártate del mal; Porque será medicina a tu cuerpo, Y refrigerio para tus huesos” (Proverbios 3:7 y 8);
• “La mente tranquila es vida para el cuerpo” (Proverbios 14:30 DHH);
• “El corazón alegre constituye buen remedio;Mas el espíritu triste seca los huesos” (Proverbios 17:22);
• “La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo” (Juan 14:27);
• “No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos?... Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas” (Mateo 6:31 y 33);
• “Jehová es mi pastor; nada me faltará. En lugares de delicados pastos me hará descansar; Junto a aguas de reposo me pastoreará... Aunque ande en valle de sombra de muerte” (Salmo 23:1, 2 y 4).

Michelson Borges, periodista, redactor de la Casa Publicadora Brasileña y editor de los sitios www.michelsonborges.com y www.criacionismo.com.br

Traducido por Cleber Reis (Uberlândia – MG/Brasil)
e-mail: cleber_alphaidiomas@yahoo.com.br
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martes, 18 de diciembre de 2007

Guerra en familia

Una pareja de la ciudad de Grenoble, en Francia, apenas cree en el recado que acaba de recibir. Su hijo Eric, de 21 años, está abriendo un proceso judicial contra ellos. “Mi marido se rió. Creía que ningún juez llevaría eso en serio”, cuenta la esposa. Estudiante de ciencias sociales, el joven salió de casa en medio de una discusión que acusó a su familia, entre otras cosas, de “falta de madurez política”. Después de quedarse tres meses en la casa de la madre de su novia, accionó la familia judicialmente, alegando abandono de sustento. Ganó el derecho a recibir de los padres lo que equivale a mil reales mensuales. Eric, que hoy vive con su novia, sólo habla con la familia por intermedio de sus abogados.

Lionel Delbech, policía, también pasó por una experiencia igualmente amarga. Procesado judicialmente por su hija de 19 años, dice que no se olvida el día que estuvo frente a frente con ella en el tribunal. “No podía parar de llorar”, cuenta. Condenado en primera instancia, consiguió revertir su sentencia después de probar que la joven había abandonado los estudios y que el motivo de la acción era el plan de vivir con su novio. “Hasta hoy no consigo hablar con ella”, dice el policía.

Llevar a los padres al tribunal está de moda en Francia. En un sólo año casi dos mil jóvenes procesaron a sus padres para que estos les dieran una paga, lo que por allí es legitimado por ley. El artículo 203 del código civil establece que las familias tienen el deber de sostener a sus hijos hasta que encuentren un empleo estable. “Es la justicia patrocinando la desintegración de la familia”, se queja Hillary Rocca, casada con el ingeniero Patrick Rocca, ambos debidamente encuadrados.

Con amparo legal o no, lo que se nota en todo el mundo es la creciente falta de respeto por parte de los hijos y la consecuente fragilidad de las relaciones familiares.

Hay un verdadero abismo entre las relaciones familiares de los tiempos modernos y las de épocas bíblicas. En aquellos tiempos, la consideración por la opinión y la experiencia paterna era tan grande que a menudo los hijos permitían que sus padres eligieran su cónyuge. Es lo que pasó a Isaac. Su padre, Abraham, de avanzada edad, preocupado con el futuro de su hijo, envió a uno de sus ayudantes, que gobernaba todo lo que el patriarca poseía, a buscar una esposa para Isaac. Y la historia tuvo un fin feliz, siendo Rebeca una bendición al “hijo de la promesa”.

El respeto a los padres es algo tan importante que existe un mandamiento, entre los diez, que ordena: “Honra a tu padre y a tu madre” (Éxo. 20:12). Uno de los propósitos de este mandamiento es crear respeto por toda autoridad legítima. Está claro que, para que sean respetados Pablo habla sobre los dos lados de la cuestión: los hijos deben honrar a sus padres y los padres no deben hacer enojar a sus hijos. Sería muy bueno que las familias modernas dieran más atención a las recomendaciones bíblicas cuanto a las relaciones familiares.

Triste como pueda ser la condición actual de muchas familias, esa situación se constituye en una de las claras evidencias de la pronta venida de Jesucristo. El apóstol Pablo afirmó que, en los últimos días, las personas “desobedecerán a sus padres” (2 Tim. 3:2) Como Jesús vendrá para restablecer las condiciones de vida que había antes del pecado, uno de sus objetivos será acabar con la “guerra en familia” y establecer la gran familia de los salvos. Eternamente en paz. Eternamente feliz.

Michelson Borges, periodista, redactor de la Casa Publicadora Brasileña y editor del sitio www.criacionismo.com.br

Traducido del portugués por Cleber Reis (Uberlândia – MG / Brasil)
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jueves, 13 de diciembre de 2007

Nacidos uno para el otro... y nada más

La mejor manera de evitarse las ETS es aún uno de los más antiguos y seguros consejos

Jerusa desconfiaba de que su marido tenía aventuras extraconyugales. Desde 1993, él presentaba síntomas raros. Fue ingresado varias veces con crisis de herpes zóster y tuberculosis. Cuando ella también resolvió hacer un examen médico, vino la terrible revelación: estaba contaminada por el SIDA.

“Me quedé en estado de shock” – dijo Jerusa. – “Sólo conseguía llorar y pasé a pensar que iba a morir al día siguiente. Yo me sentía impotente, injusticiada, avergonzada. No era promiscua, no había recibido transfusión de sangre, no usaba drogas de ningún tipo, ni inyectables.” Y Jerusa concluye que sólo podría haber contraído el SIDA de una única manera: haciendo sexo con el hombre con quien llevaba diez años juntos. “Estoy pagando por el placer que mi cónyuge fue a buscar fuera de casa”, desahoga.

Esta trágica declaración fue dada por una mujer de 38 años para una revista de circulación nacional el fin del año pasado. Y es sólo una entre miles de casos semejantes, al final, según estudios recientes, siete de cada diez mujeres con SIDA son infectadas por sus propios maridos anualmente.

En 1985, había una mujer contaminada para cada grupo de 25 hombres. Hoy, la relación es de una mujer para cada dos hombres. Entre las mujeres casadas, la enfermedad creció en proporciones alarmantes en los últimos años. Mientras que en otros grupos de riesgo hubo una ligera caída en el número de contaminaciones, entre las mujeres contaminadas todos los días, ocho de ellas en relaciones monogámicas. Con eso, el concepto de grupo de riesgo acaba de ser ampliado.

“Yo sé que acabé con la vida de mi esposa y me arrepiento mucho”, afirma un ingeniero paulista. “Mi hija está creciendo con dos padres con riesgo de muerte.” Cuando descubrió que estaba infectado por el SIDA, él dejó su empleo y se cambió con su familia a una ciudad pequeña. Aún así, el matrimonio no duró más que un año.

Relacionándose con el pasado

El problema no se aplica sólo a las relaciones extraconyugales. El caso de Mary ilustra muy bien otra situación que puede llevar a la tragedia. Ella conoció a su marido en una iglesia evangélica en 1988. Un año después se casaron. Ella era virgen, enamorada y llena de sueños como toda novia. “En esa época” – dice ella – “no se hablaba tanto sobre el SIDA como hoy, y no hicimos el test.” El problema es que, antes de que se conocieran, el esposo de Mary se había relacionado sexualmente con varias mujeres sin protegerse. En el primer semestre de 1985, él empezó a adelgazarse mucho y nadie sabía lo que él tenía. Un examen médico resolvió el enigma: ambos estaban infectados por el SIDA.

Mary descubrió, de la forma más difícil, que en un casamiento el cónyuge también, se relaciona con el pasado de su pareja. “Si pudiera volver atrás, me iría a otra dirección”, dijo ella.

Para quienes aún tienen tiempo de arrepentirse, ¿qué otra dirección se puede dar a la vida? Al final, ¿existe sexo seguro? Sí, existe. Pero infelizmente es un tipo de abordaje que los medios de comunicación dejan de lado hace ya mucho tiempo: la fidelidad conyugal.

Normalizando lo anormal

Estamos pagando el precio por la intensa liberación sexual de nuestros días. Lo que no falta son teorías (excusas) antropológicas y biológicas para explicar la “irresistible atracción” del hombre por la mujer que no es suya. Algunos llegan a defender que la traición es un imperativo genético, una forma para que el hombre propague sus genes. Pero las mujeres no están ni ahí con lo que dicen los evolucionistas. Ser blanco de infidelidad conyugal lastima, provoca desconfianza y miedo de que eso ocurra otra vez.

La infidelidad es tan “común”, que casi no hay personas en el mundo que no haya sido (o por lo menos no conozca alguien) engañada. Por eso la literatura, el cine y la televisión ha explorado el tema exhaustivamente (y contribuido para su “normalización”). De Madame Bovary, la heroína del romance de Gustave Flaubert, que causó furor e indignación entre los franceses en el siglo pasado, hasta la historia real y grandemente explorada por los medios de los casos amorosos del presidente Bill Clinton, adulterio siempre causa polémica y aumenta la audiencia.

Antes de encaminarse por este atajo de la satisfacción egoísta, uno debería preguntarse a sí mismo:

¿Vale la pena causar tanto dolor al corazón de la pareja inocente? Marina Colasanti escribió un poema que empieza con las siguientes palabras: “Tengo un hematoma en el alma que nada lo disuelve / Soy de la estirpe de las mujeres engañadas.”

¿Merecen los hijos llevar ese trauma por el resto de su vida?

¿Vale la pena echarse a perder su respeto propio y su auto imagen delante de la familia y de la comunidad?

Caso el cónyuge sea incapaz de perdonarlo, ¿vale la pena perderlo para siempre por causa de un momento fugaz?

¿Es justo que, por una actitud irresponsable, la pareja sufra los síntomas de una enfermedad venérea o muera contaminada por el cónyuge infiel?

Además, existe el problema de las memorias que permanecen rondando los pensamientos y amenazando la intimidad conyugal; las dificultades con la persona con quien se cometió adulterio; y la posibilidad de un embarazo indeseado, que traería un niño inocente, fruto de una relación ilícita.

Fidelidad y pureza

Por esos y otros motivos es que la fidelidad conyugal y la abstinencia sexual antes del matrimonio aún son las mejores maneras de prevenir disgustos futuros. Cuando el apóstol Pablo nos aconseja a huir de la impureza (1 Corintios 6:18), él no está dándonos sólo una lección de moralismo anticuado sino, en verdad, está revelándonos la fórmula de felicidad conyugal y el secreto de una buena relación a dos (tanto el noviazgo, el compromiso como el matrimonio).

El cultivo del diálogo y del amor en el matrimonio también es fundamental. El matrimonio, como otras instituciones, pasa por ciclos. La pasión en la luna de miel, la adaptación a la vida a dos en los primeros años, el primer hijo alrededor del cuarto año y, en determinado momento, la famosa “crisis de los siete años”. Los dos se preguntan – quizás inconscientemente – si valió la pena el esfuerzo que hicieron en el pasado y si el matrimonio merece una oportunidad en el futuro. Es la vieja historia: ellas esperan por un romance, ellos quieren más sexo. Surge, entonces, la excusa para la infidelidad.

Es por eso que el cultivo del amor y la comprensión de las diferencias físicas, psicológicas y emocionales del sexo opuesto son de fundamental importancia en el matrimonio. Si existe una relación así, no hay lugar para la infidelidad. Y si, por ventura hubo en el pasado, hagan los debidos exámenes preventivos y no se olviden: nunca es demasiado tarde para reempezar una relación, sin miedo a ser feliz.

Michelson Borges, periodista, redactor de la Casa Publicadora Brasileña y editor del sitio www.criacionismo.com.br

Traducido por Cleber Reis (Uberlândia – MG/Brasil)
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viernes, 7 de diciembre de 2007

Dios es amigo

“¿Quién eres, Señor?” (Hechos 9:5). Esa fue la pregunta hecha por el apóstol Pablo, caído al suelo, en medio del polvo del camino que llevaba a la ciudad de Damasco, mientras escuchaba una poderosa voz que venía del Cielo. Una intensa luz le dificultaba mantener los ojos abiertos. La respuesta vino pronto: “Yo soy Jesús, a quien tú persigues.”

Probablemente nos hemos preguntado alguna vez (quizás cuando niño): “¿Quién es el padre de Dios?”, “¿Dónde vive Dios?”, “¿Cómo es posible que alguien no tenga comienzo y fin?”. Al crecer, muchas personas dejan de lado esas preguntas, tal vez por estar, de algún modo, preocupadas con los quehaceres de la vida y ya no tienen tiempo para los “viajes” teológico-filosóficos. Pero en algún rincón del alma, la pregunta básica - ¿Quién es Dios? – permanece resonando.

A lo largo de la historia, muchas personas han tenido el coraje de expresar esa indagación. Algunas, como Pablo, necesitaron “caerse del burro” del prejuicio, de las teorías, de las falsas interpretaciones y de las medias verdades, para encontrar, de hecho, la respuesta a la pregunta crucial: ¿Quién es Dios? Al abrir el corazón y la mente, esas personas se dieron cuenta de que había alturas, anchuras y profundidades respecto al carácter del Creador que jamás habían imaginado.

Quizás, más importante que preguntarse quién es Dios, es descubrir dónde encontrar tal respuesta. Para muchos, Dios no pasa de una energía impersonal y que permea todas las cosas. Y es conveniente creer en un Dios así, al final, un dios-energía no exige una relación o compromiso. “Él” está ahí para cuando “de él” necesitemos; una especie de un dios-bombero. Y no importa que tipo de vida llevemos, nada puede contrariar o entristecer una energía, ¿no es eso?

Para otras personas, la creación es el propio Dios. Dios está en todo: en la rocas, en los árboles, en los animales y en las personas. Es la doctrina panteísta: “Nosotros somos dioses.” Otra vez la conveniencia habla más alto, al final, si soy un dios, no debo satisfacción a nadie sobre mis hechos. Soy independiente y la respuesta para todos mis problemas está en mí mismo, en mis “infinitas” potencialidades’.

Para otros, aún, Dios no existe o está tan lejos que no representa casi nada en su vida. Tal vez sea un viejito de pelos blancos, sentado en un gran trueno de oro, observando nuestra triste rutina en un plan de existencia inferior y aburrido o inspeccionando nuestra vida para detectar el primer desliz.

¿Quién es Dios?, ¿Cómo lo imagina?, ¿Qué se siente respecto a él?, ¿Es posible comprenderlo? Repito otra vez: la respuesta segura para estas preguntas depende de la fuente de informaciones a la que recurrimos. Por lo tanto, jamás tendríamos condiciones de saber realmente quién es Dios si Él propio no se revelara a nosotros, los seres humanos.

En verdad, para contestar a esta pregunta básica – ¿Quién o qué es Dios? – tendríamos que ser capaces de comprender a Dios y de ofrecer una explicación satisfactoria de su Ser Divino, y esto es completamente imposible. Lo finito no puede comprender lo infinito. La pregunta de Sofar – “¿Crees que puedes penetrar en los misterios de Dios
y llegar hasta lo más profundo de su ser?” (Job 11:7) – tiene la fuerza de una fuerte negación. Fuera de la revelación de Dios en sus atributos, no tenemos, en absoluto, ningún conocimiento de su Ser Divino, aunque nuestro conocimiento esté sujeto a las limitaciones humanas.

En 1997 fue publicado en Brasil un libro escrito por el periodista Jack Miles – Dios, una biografía. En él, el autor analiza a Dios como un personaje literario, evitando las cuestiones de fe. Pienso que es ahí que Dios, una Biografía encuentra sus limitaciones. En la página 25 de su libro, Miles dice: “Los lectores céticos se preguntarán, evidentemente, si no habrá, aun en una época secular, algunas distorciones al intentar comprender a Dios en los términos que utilizamos para comprender a los seres humanos. Robert Alter escribió sobre eso: ‘Poco se gana, creo yo, al concibir el Dios bíblico... como un personaje humano – petulante, porfiado, arbitrario, impulsivo o lo que sea. Lo que los autores bíblicos repiten a todo tiempo es que no se puede entender a Dios en términos humanos.’”

“Pero Alter exagera.” – continúa Miles – “Una de las primeras afirmaciones que todo escritor bíblico hace sobre Dios es que la humanidad es la imagen de Dios – una inconfundible invitación para atribuir algún sentido a Dios en términos humanos.”

De hecho, el hombre es la “imagen y semejanza” de Dios. Sin embargo, es imposible estudiar la Biblia y a Dios sin llevarse en cuenta el telón de fondo del gran conflicto cósmico entre el bien y el mal y la consecuente caída del hombre. En todas las Sagradas Escrituras vemos a un Dios de amor en busca de sus hijos errantes. Dios no “mide esfuerzo” para buscar a sus hijos.. Por veces, Dios se ve “obligado” a utilizar el propio lenguaje humano (hasta el de la violencia) a fin de hacerse entender, aunque corriendo el riesgo se ser mal interpretado (como efectivamente lo fue y sigue siendo, muchas veces).

Utilizándose de hombres y mujeres santos, Dios le concedió a la humanidad vislumbres de su persona y carácter. Lo suficiente, al menos, para que nosotros pudiéramos entender y comprender su plan para el universo y para nuestra vida. Y ese plan está escrito en un libro singular, divino-humano, llamado Biblia.

LA SUPREMA REVELACIÓN ESCRITA

Históricamente es imposible negar la autenticidad de la Biblia. Sin embargo, cuando se trata de la inspiración divina, aunque no haya evidencias, eso es algo que debemos aceptar por la fe. Personalmente, prefiero aceptar la revelación de Dios a través de un libro que ha resistido los siglos y posee poder transformador de vidas que creer en opiniones sin fundamento de autores puramente humanos, interesados en crear un dios a su imagen y semejanza.

Se puede notar, también, que la Biblia ha sido utilizada por personas de todas las épocas y de todas las culturas, y sus profecías son más actuales que los noticieros de la mañana. Por más que se esfuercen, los autores de libros publicados sobre Dios, que no toman las Sagradas Escrituras como una referencia dentro de los patrones hermenéuticos, no consiguen llegar cerca del Dios trascendente y todo poderoso allí revelado.

VISLUMBRES DEL INFINITO

Varios personajes bíblicos tuvieron la oportunidad de vislumbrar a Dios. Algunos, aún, intentaron describirlo, aunque está claro, por la lectura de los textos, que el lenguaje humano a menudo encuentra límites en esos casos. Consideremos los ejemplos de Isaías (6:17), Ezequiel (1:26-28; 2:1), Daniel (7:9 e 10) y Juan (Ap 1:12-17). Además del lenguaje profundamente simbólico, esos cuatro textos tienen otros elementos comunes.

• Dios es, indudablemente, una Persona.
• Su aspecto es glorioso, resplandescente.
• Delante de su majestuosa y pura presencia, el hombre percibe toda su pecaminosidad e impureza.
• En su amor y cariño, Dios perdona y restablece las fuerzas de los profetas (Isaías, Ezequiel, Daniel y Juan).

En el Antiguo Testamento las manifestaciones de Dios generalmente estaban acompañadas de grandes demostraciones de poder. El Diluvio del Génesis, la destrucción de Sodoma y Gomorra, los truenos, relámpagos y terremoto que acompañaron la entrega de la ley en el Sinaí, etc.. Existen excepciones que llaman la atención como 1 Reyes 19:11-13: “En aquel momento pasó el Señor, y un viento fuerte y poderoso desgajó la montaña y partió las rocas ante el Señor; pero el Señor no estaba en el viento. Después del viento hubo un terremoto; pero el Señor tampoco estaba en el terremoto. Y tras el terremoto hubo un fuego; pero el Señor no estaba en el fuego. Pero después del fuego se oyó un sonido suave y delicado. Al escucharlo, Elías se cubrió la cara con su capa...”

La forma como Dios se presentó confunde algunas personas al leer sobre Cristo, la “imagen misma del ser de Dios” (Hb 1:3), en el Antiguo Testamento. ¿Cómo se harmoniza el Dios del Sinaí con el Hijo de Dios del Monte de los Olivos?

Muchos desisten de buscar a Dios al depararse con preguntas como esas. Pero aquí sólo empieza la búsqueda. Cuando leemos la Biblia con las “gafas del amor”, percibimos que en todas las altitudes de Dios (hasta en las más drásticas) el amor fue la pieza fundamental. Al mantener una relación de comunión y amistad con Dios, pasamos a ver las cosas de otra manera.

Pocos seres humanos establecieron una relación tan íntima con el Creador como Moisés. Moisés hablaba con Dios (ver Éxodo 19). Y quería más: “¡Déjame ver tu gloria!” (Éx 33:18) – suplicó Moisés. Pero Dios contestó: “Voy a hacer pasar toda mi bondad delante de ti, y delante de ti pronunciaré mi nombre... Pero te advierto que no podrás ver mi rostro, porque ningún hombre podrá verme y seguir viviendo... aquí junto a mí hay un lugar. Ponte de pie sobre la roca. Cuando pase mi gloria, te pondré en un hueco de la roca y te cubriré con mi mano hasta que yo haya pasado. Después quitaré mi mano, y podrás ver mis espaldas; pero mi rostro no debe ser visto.”

¡Qué gran privilegio! Además de hablar con Dios, Moisés pudo contemplarlo, parcialmente. Que ese sea, también, nuestro deseo: que cada día tengamos más ganas de conocer a Dios y hacer de él nuestro mejor amigo. En las palabras de Oseas: “¡Esforcémonos por conocer al Señor!” (Os 6:3); pero acuérdense de que “para acercarse a Dios es necesario creer que existe y que recompensa a quienes le buscan” (Hb 11:6). Dios se revela a los que le buscan de corazón. Esté seguro de eso, al final, “Dios es amor” (1 Juan 4:8).

Michelson Borges, periodista, redactor de la Casa Publicadora Brasileña y editor del sitio www.criacionismo.com.br

Traducido por Cleber Reis (Uberlândia – MG/Brasil)
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lunes, 26 de noviembre de 2007

La teoría de la evolución y la ciencia galileana

Afirmar que Dios no es el Creador basándose en el modelo de la evolución es herir las bases de la ciencia y de la lógica

En su libro Por qué creo en el que ha hecho el mundo, el presidente de la Federación Mundial de Científicos, Dr. Antonino Zichichi, hace afirmaciones muy valientes y poco convencionales en el mundo científico. Según él, hay flagrantes mistificaciones en el edificio cultural moderno y éstos pasan, muchas veces, desapercibidos para el público en general. He aquí algunos ejemplos:

Hace que la gente crea que ciencia y fe son enemigas. Que ciencia y técnica son la misma cosa. Que el cientificismo ha nacido en el corazón de la ciencia. Que la lógica matemática ha descubierto todo y que, si las matemáticas no puede descubrir el “Teorema de Dios”, es que Dios no existe. Que la ciencia ha descubierto todo y que, si no descubre a Dios, es que Dios no existe. Que no existen problemas de ningún tipo en la evolución biológica, sino certezas científicas. Que somos hijos del caos, siendo él la única frontera de la ciencia.

Para Zichichi, la verdad es bastante diferente. Y la manera de probar la incoherencia de las mistificaciones mencionadas consiste en comprender exactamente qué es ciencia.

Fue Galileo Galilei quién sentó las bases de la ciencia experimental. La grandeza de ese físico y astrónomo italiano, para quien “el Universo es un texto escrito en caracteres matemáticos”, no reside tanto en sus extraordinarios descubrimientos astronómicos, sino en la búsqueda para averiguar si el resultado de experiencias era o no contrario a la validad de determinadas leyes. Para Galileo, las teorías deberían ser probadas y repetidas a fin de ser consideradas verdaderas. Gracias a él, se puede hacer separaciones entre el imanente y el trascendente. Como decía uno de los padres de la física moderna, Niels Bohr, resumiendo el pensamiento galileano, no existen teorías bonitas ni teorías feas sino teorías verdaderas y teorías falsas.

Por eso, Zichichi afirma: “Ni las matemáticas ni la ciencia pueden descubrir a Dios por el simple hecho de que estos dos logros del intelecto humano actúan en el imanente y jamás podrían llegar al Trascendente” (Op. cit, p. 16)

Una teoría como la de la evolución de las especies, con tantos “eslabones perdidos”, desarrollos milagrosos (ojo, cerebro, DNA, etc.), extinciones inexplicables y fenómenos irreproductibles no es ciencia galileana. “He aquí porque”, dice Zichichi, “la teoría que desea poner el hombre en el mismo árbol genealógico de los simios está por debajo del nivel más bajo de credibilidad científica. ... Si el hombre de nuestro tiempo tuviera una cultura verdaderamente moderna, debería saber que la teoría evolucionista no hace parte de la ciencia galileana. Le faltan los dos pilares que permitirían el gran giro de 1600: la reproducción y el rigor. En suma, discutir la existencia de Dios, basado en lo que los evolucionistas han descubierto hasta hoy, no tiene nada que ver con la ciencia. Con el oscurantismo moderno, sí” (p. 81 y 82).

Por más que algunos quieran ignorar la realidad, las premisas y la filosofía de vida de los investigadores influyen directamente en sus investigaciones. Un buen ejemplo es el del geólogo y pensador evolucionista de la Universidad de Harvard, Stephen Jay Gould (fallecido en 2002). Él era marxista y es el autor de la teoría del equilibrio puntuado (“saltacionismo), que es casi una trasposición literal de la idea de la revolución para el mundo natural. Por ese motivo, aunque Gould tenga bastante éxito como escritor, gran parte de la comunidad científica reprocha sus ideas “evolucionistas marxistas”.

Y la conclusión de José Luiz Goldfarb, presidente de la Sociedad Brasileña de Historia de la Ciencia, es que “ningún científico entra en el laboratorio sin una visión de mundo más compleja. El hecho de que la ciencia funciona sobre bases experimentales no significa que el científico no tenga creencias o presupuestos sobre la realidad” (Época, 27/12/99).

Eso explica porque, entre los científicos, hay creyentes y ateos (como entre la población en general). Si la existencia de Dios (o Su inexistencia) fuera algo demostrable en los dominios de la ciencia (galileana), sólo habría un grupo de científicos: crédulos o incrédulos.

Para Zichichi, Dios trascende la lógica matemática y la ciencia. Por eso, “es inconcebible que pueda ser descubierto por la lógica matemática o por la ciencia. La lógica matemática puede descubir todo lo que hace parte de las matemáticas. Y la ciencia, todo lo que hace parte de la ciencia. ... El ateo, en verdad, dice: ‘Por amor a la lógica, no puedo aceptar la existencia de Dios.’ Pero el rigor lógico no consigue demostrar que Dios no existe” (p. 159 y 162). Cuando la “ciencia” opta por excluir el concepto de un Creador, deja claro, con eso, que no es una búsqueda abierta de la verdad, como tantas veces quiere parecer ser.

En verdad, todo sería más claro (y lógico) si las personas admitieran, como hizo Galileo, que tanto la naturaleza como las Sagradas Escrituras son obra del mismo Autor y, aunque utilicen lenguaje diferente (pero apuntan para el amor y poder de Dios), no es contradictorio para el observador atento. “No sabemos qué y cuánto desconocemos”, escribió el zoólogo Dr. Ariel Roth. “La verdad precisa ser buscada, y debía hacer sentido en todos los campos. Debido a ser tan amplia, la verdad abarca toda la realidad; y nuestros esfuerzos por encontrarlas deberían también ser amplios” (Origens, p. 51).

Michelson Borges es periodista, autor de los libros A História da Vida (La Historia de la Vida), Por que Creio (Porque creo) y Nos Bastidores da Mídia (En los Bastidores de los Medios), y miembro de la Sociedad Creacionista Brasileña. Su blog: www.michelsonborges.com

Traducido por Cleber Reis (Uberlândia – MG/Brasil)
e-mail: cleber_alphaidiomas@yahoo.com.br
blog: www.cleberagenda.blogspot.com

lunes, 19 de noviembre de 2007

Desafíos globales

Jamás en toda la historia de la Tierra, las palabras del apóstol Pablo en Romanos 8:22 ha estado tan correctas. En ese texto, Pablo dice que “toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora”. Después de la caída de Adán y Eva, y la degradación física, mental y moral que se siguió, el mundo tomó el rumbo hacia la destrucción. Y eso viene ocurriendo muy deprisa últimamente.

La humanidad está consumiendo los recursos más rápido que la Tierra pueda reponerlos. En 1999, la tasa de consumo ya era un 20% más que la recuperación, y esa tendencia de aumento se encuentra bastante lejos de ser contenida.

Datos divulgados por la ONG ambientalista Fondo Mundial para la Naturaleza (conocida en inglés como WWF) revelan que hay motivos reales para preocuparse. “Por la primera vez conseguimos contabilizar los gastos con energía”, dice Garo Batmanian, secretario general de WWF en Brasil. El informe “Planeta Vivo 2002” usa como principal índice la llamada Huella Ecológica – una forma de computar cuánto el consumo en un país exigiría en términos de territorio para la manutención del equilibrio. “Por ejemplo, si emites una cantidad de gas en la atmósfera, cuántos bosques serían necesario para compensar el dispendio”, explica Batmanian.

En 1999, cada habitante de la Tierra necesitaría un promedio de 2,3 hectáreas para compensar su consumo. Lo que ocurre es que, según WWF, en el planeta sólo hay 1,9 hectárea para cada persona. “Es como si estuviéramos utilizando un dinero prestado y gastando un 20% más que nuestro sueldo”, dice Batmanian.

Otro factor que sigue preocupando es el viejo y conocido efecto invernadero. Hoy se sabe que la temperatura de la Tierra seguirá aumentando independientemente de los esfuerzos que las naciones hagan para reducir la emisión de gases invernaderos. Aún así, esa es la única solución para impedir un desastre climático.

Esa es la conclusión de un estudio realizado por 19 instituciones en los Estados Unidos – incluyendo universidades, agencias federales, industrias privadas y la Nasa (agencia espacial norte-americana) -, publicado el año pasado por la revista de investigación geofísica Atmospheres.

Los investigadores utilizaron un modelo climático conocido como GISS SI2000 para simular el clima global de los últimos 50 años. El modelo apuntó que, entre 1951 y 2000, la superficie terrestre tuvo un calentamiento de cerca de 0,5 grados Celsius, mientras que la atmósfera superior sufrió un calentamiento de aproximadamente 1 grado.

La precisión de las observaciones, que fue atestada por los datos de referencia, animó al equipo a simular el clima para los próximos 50 años. El análisis ha sido hecho basado en dos hipótesis diferentes. La primera llevaba en cuenta que la emisión de gases invernaderos seguiría creciendo en la misma proporción actual; ese escenario conduciría a un aumento acelerado de calentamiento global, ascendiendo la temperatura media a 2 grados Celsius y llegando a niveles inéditos en los últimos siglos.

En una situación alternativa, si la contaminación del aire fuera reducida y la emisión de gas carbónico por la quema de combustibles fósiles se estabilizara, el aumento de la temperatura no pasaría de 0,75 grados Celsius en el mismo período. Ese escenario, por lo tanto, no es fácil alcanzarse.

Los resultados de la conferencia mundial Río + 10, realizada del 26 de agosto al 4 de septiembre del año pasado en Johannesburgo, Sudáfrica, confirman la previsión pesimista. “Esa conferencia es una repetición de la del 92. Yo creo que la marca de esa conferencia seguramente no será el éxito. Ella está corriendo el riesgo de ser una Río menos 10 o Río menos 20”, comparó Fabio Feldmann, secretario ejecutivo del Foro Brasileño de Cambios Climáticos, resumiendo el pensamiento de muchos de los participantes del encuentro.

Al mismo tiempo que hay una mayor conciencia del papel humano en la conservación de la vida (o en su aniquilación), no hay tanta disposición, especialmente por parte de países desarrollados, para reducir la contaminación, puesto que eso representa algún perjuicio en el bolsillo.

Robert Kurz, sociólogo alemán y autor de los libros Os Últimos Combates y O Colapso da Modernização, dice que el resultado de esas conferencias de cúpula sobre el medio ambiente (Rio 92, Río + 10 y Kioto) ya era previsible. “Todas esas conferencias fracasaron de forma lamentable, y la resistencia “sustentable” de los Estados Unidos, que no quieren perder la alegría de su consumo de potencia mundial, no ha sido la última de las razones. Una vez que el reequipaje perfectamente posible con otras tecnologías pesaría en los cálculos de la economía industrial y estrecharía las ganancias, él es rechazado, y el gas invernadero sigue siendo emitido en grandes cantidades; de la misma forma, el desgaste del ambiente sigue desenfrenado”, dice el sociólogo.

** NUBE MORTAL

En agosto de 2002, el mundo quedó aterrorizado con la inmensa nube de poluentes que se extendió de Japón a Afganistán, en sentido este-oeste, y de China a Indonesia, en sentido norte-sur, abarcando una región de Asia en la que vive la quinta parte de la humanidad. Como una mortalla gris, la nube del tamaño de tres Brasiles tenía tres quilómetros de espesura y estaba formada por un coctel de partículas de carbono, sulfatos y cenizas orgánicas. El mundo nunca había visto algo con esas proporciones.

Como si fuera poco, de julio a agosto ocurrieron inundaciones en todo el planeta, que ya figuran en la historia de las catástrofes naturales como un triste récord. En una extensión jamás vista desde el inicio de los registros meteorológicos en la modernidad, regiones gigantescas fueron inundadas simultáneamente en Europa, en África, en Asia, en Sudamérica y en Norteamérica.

Lluvias de fuerza extrema con hasta 600 litros por metro cuadrado, deslizamiento de tierra y ríos desbordándose destruyeron las infraestructuras de provincias enteras, aniquilaron la cosecha, causaron decenas de millares de muertes y dejaron millones de personas sin abrigo. Al este de Alemania, una “inundación del siglo” casi paralizó toda la economía. Al mismo tiempo, y exactamente de forma contraria, otras regiones fueron asoladas por la sequía.

Según informes de grandes empresas de seguro en el mundo, los daños por temporales e inundaciones aumetan a cada año: en Europa, según datos del Consorcio Allianz, ellos cuadruplicaron sólo en la primera mitad del 2002.

De cierta forma, estas catástrofes recientes han servido para recordar, una vez más, que el mundo, por la acción del ser humano, puede tornarse un lugar peligroso para vivir, y que bosques, peces, agua y aire limpios están cada vez más escasos. Dos de las más importanes fuentes de biodiversidad – los arrecifes de coral y los bosques tropicales – fueron tremendamente degradados. Las emisiones de carbono, el gran responsable por los cambios climáticos y por el calentamiento global, crecieron un 10%. En los Estados Unidos, que renegaron el Protocolo de Kioto, el tratado firmado por 178 países para controlar las emisiones de ese gas, el aumento fue del 18%.

** SIETE TRUENOS

En el libro The Seven Thunders (Los Siete Truenos), el físico nuclear Ron Nielsen, de Australia, haciendo referencia a Apocalipsis 10:1-3, menciona siete graves problemas por los cuales la humanidad pasa actualmente. Según él, los problemas tienen por lo menos cuatro atributos comunes: (1) están asociados a la deteorización acelerada del medio ambiente; (2) muestran que se está llegando a los límites ecológicos del planeta; (3) están todos ocurriendo en la actualidad, habiendo comenzado hace sólo 200 años; e (4) indican que dentro de un pequeño período de tiempo habrá un colapso en los sistemas de manutención de la vida. “Todos esos problemas muestran que se está caminando hacia una dirección de una crisis global de magnitud sin precedentes”, afirma Nielsen.

El primero de los “truenos” de Nielsen es la deteorización del medio ambiente, causada, entre otros factores, por la intensificación de las actividades industriales y agrícolas. Entre 1990 y 1995, hubo un crecimiento en la producción industrial de los países industrializados de un 2,6% por año. En China, el crecimiento fue de un 18,1%, y en Asia oriental, de un 16%.

Respecto a la agricultura, un factor preocupante es el aumento del uso de pesticidas. En 1960 se utilizaba cerca de 0,4 quilo por hectárea. En 1999 el consumo subió para 2 quilos. Cuando se sabe que la exposición a pesticidas causa serias enfermedades como linfoma, leucemia y cáncer de mama, se tiene la real dimensión del problema. Además, los pesticidas y fertilizantes están destruyendo el biosistema vital del suelo, acarreando disminución en la eficacia de producción de alimentos. Es el tiro saliendo por la culata.

“Por la primera vez en la larga historia humana estamos rápidamente destruyendo la tierra, el agua y la atmósfera. Por la primera vez, también, estamos delante de una crisis energética y al borde de la extinción”, evalúa Nielsen.

El segundo problema apuntando por el físico es la explosión poblacional. Cada segundo cerca de cuatro niños nacen en el mundo. Son 250 por minuto y 130 millones por año. Por otro lado, cerca de 100 personas mueren por minuto en la Tierra, lo que indica aproximadamente 50 millones por año. Al hacer cuentas, se llega a la conclusión de que ocurre un aumento poblacional de cerca de 80 millones por año. Lamentablemente, sólo una pequeña fracción de esos niños tendrá condiciones “decentes” de vida, teniendo en cuenta que puede haber un colapso ecológico alrededor del año 2030. El número de personas viviendo en el planeta en esa época será de alrededor de 8 mil millones.

Al problema de la explosión poblacional, se suma la reducción de los recursos terrestres – el tercer “trueno”. Esos recursos están disminuyendo principalmente debido al aumento de la población global. Hace 2 mil años, se tenía hasta 59 hectáreas de tierra utilizable por persona. Alrededor de 1830, ya eran 10 hectáreas. Actualmente, a cada persona le corresponde menos de 2 hectáreas. Las áreas de tierra utilizable son destruidas por la industrialización, por la agricultura intensiva y por la desforestación. Entre 1945 y 1990, se perdió casi 2 mil millones de hectáreas.

La biodiversidad global también está perdida. Según Nielsen, 140 especies son extinguidas por día, o sea, un 5% de las estimadas 10 millones de especies del planeta están desapareciendo a cada decenio. Eso significa que hasta el año 2050, aproximadamente la cuarta parte de las especies de plantas y animales serán exterminada.

La disminución de las fuentes de agua potable es otro problema serio. La Organización Mundial de Salud anunció recientemente un dato espantoso: más de mil millones de personas carecerán de agua potable y 3,4 millones morirán cada año por enfermedades que podrían evitarse con medidas sanitarias y mejor abastecimiento. La ONU lleva haciendo advertencias desde 1992, aún así nada se ha hecho para evitar el agravamento del problema. Si no se modifica las actuales prácticas de desperdicio y degradación de los recursos hídricos, dos tercios de la población mundial vivirán en condiciones de restricción de agua hasta el año 2025.

Tan importante como el agua en la manutención de la vida es el aire. Sin embargo, según Nielsen, “sistemática y persistentemente estamos destruyendo esa fina capa atmosférica, el aire del cual necesitamos para respirar, para la regulación del clima y protección contra las mortales radiaciones ultravioletas”. Si no paran con la desforestación, si no plantan más árboles y si no encuentran alguna forma de reducir la cantidad de carbono lanzado en la atmósfera, su concentración nociva seguirá aumentando. De acuerdo con las últimas proyecciones hechas por Energy Information Administration, las emisiones globales de carbono serán aún mayores que las del siglo 20. Habrá un aumento de un 52% en la emisión de carbono: de 6,6 mil millones de toneladas en el año 2000 para 10 mil millones por año. “Si no se hace algo urgentemente, pronto llegaremos a un punto sin vuelta”, prevé el físico.

El quinto “trueno” es la crisis energética. Si consideramos que los combustibles fósiles como el petróleo y el gas natural, aún son las principales fuentes de energía (el 86% del consumo global), el aumento en la producción de vehículos automotores representa otro serio peligro para el medio ambiente. En 1950, la producción mundial de vehículos automotores fue de 8 millones de unidades. El promedio era de 2 vehículos para cada 100 personas en el mundo. En 1999, la producción ascendió a 39 millones, elevando la media para 9 vehículos para cada 100 personas. En 50 años la población mundial se duplicó, mientras que la producción de automóviles quintuplicó.

Las proyecciones indican que dentro de 30 años habrá casi 20 veces más vehículos en las carreteras que hace 50 años, consumiendo las últimas gotas de petróleo o quemando gas y contaminando aún más la atmósfera (los coches son la mayor fuente contaminadora de las ciudades). Si no desarrollan fuentes de energía alternativa económicamente viable y seguras, el problema del calentamiento global y de la contaminación tiende a agravarse.

El sexto y el séptimo “truenos”, en la concepción de Nielsen, se refieren a la degradación de la calidad de vida y a los conflictos armados y al aumento del poder de matar.

Cada vez más el abismo entre ricos y pobres está profundizándose. Poquísimas personas en el mundo detienen la mayor parte de los recursos económicos, mientras que la inmensa mayoría vive por debajo de la línea de pobreza.

De las 200 personas más ricas del mundo, 65 viven en los Estados Unidos y 55 en Europa. Los otros están desparramados en varias partes del planeta. Entre 1994 y 1998, ellos aumentaron su riqueza combinada de 440 mil millones de dólares para más de 1 billón de dólares, lo que corresponde, en la media, a 2 millones de dólares para cada uno, diariamente. Está evidente que ellos están ganando más de lo que pueden gastar. Cuando se sabe que con el 1,5% de la riqueza combinada de esos afortunados sería posible brindar educación primaria para todos los niños del mundo, se percibe la dimensión de desigualdad.

Nielsen menciona otros datos alarmantes sobre el aumento desordenado de la urbanización en países en desarrollo, la explosión de la violencia en todo el mundo y el número creciente de muertes (13 millones al año) ocasionadas por enfermedades como la tuberculosis, la malaria, el Sida y la pulmonía – con la sombría posibilidad del surgimiento de “superenfermedades”, ya que se sabe que los microbios se han tornado más resistentes a las drogas.

En cuanto a las guerras, los números también impresionan. Los conflictos armados crecieron de diez por año, en la década de 1950, para 51 en 1992. Decrecieron un poco entre 1993 y 1997, debido a los esfuerzos de la ONU, pero siguen ocurriendo en una media preocupante. Los Estados Unidos gastan, por año, más de 300 mil millones de dólares en asuntos militares. Entre 1990 y 1997, los países industrializados utilizaron un promedio de 9% de sus recursos gubernamentales para invertir en equipamiento de defensa. Regiones en desarrollo (como África subsaariana, el sur y el este de Asia) han gastado hasta el 14% de su presupuesto en armas. Mientras tanto, el hambre y la ignorancia aumentan.

Con el avance de las tecnologías bélicas, el poder mortal de la raza humana creció asustadoramente. Una única bomba atómica de 25 megatons es capaz de aniquilar más de 10 mil millones de personas. O sea, si la población de la Tierra fuera agrupada en un sitio, sería posible extinguirla con una única bomba.

Según estimación del The National Resources Defense Council, el número de ojivas nucleares construidas entre 1945 y 2000, por los cinco miembros del “club nuclear”, fue de 128.060 (70 mil de los Estados Unidos, 55 mil de Rusia, 1.200 de Gran Bretaña, 1.260 de Francia y 600 de China). Las informaciones sobre Israel, India y Paquistán son desconocidas. Pero quizás lo más procupante sea la facilidad de fabricarse una bomba nuclear portátil, además de armas químicas y biológicas, que podrían ser utilizadas en ataques terroristas suicidas en cualquier lugar del mundo.

Según la Organización Mundial de Salud, sólo lo que Estados Unidos gastan en la manutención de su arsenal nuclear (4,5 mil millones de dólares al año) alcanzaría como para salvar 600 mil niños de la muerte por malaria y suministrar vacunas contra el sarampión suficientes para salvar más de 500 mil niños cada año.

Al analisar todos esos datos sobre la situación mundial, Nielsen concluye: “¿Como describiría usted a un capitán de navío que ordenara quemar todas las balsas, destruir todo el equipamiento de comunicación y pinchar el casco de la embarcación? Es eso lo que estamos haciendo con nuestra espacionave llamada Tierra. Estamos destruyendo la tierra, el agua y la atmósfera”.

** SEÑALES DEL FIN DE LOS TIEMPOS

Hace diez años, entusiasmada por la Río 92, Unesco publicó lo que sería el corolario del futuro: “Cada generación debe dejar los recursos del agua, del suelo y del aire tan puros y descontaminados como cuando aparecieron en la Tierra. Cada generación debe a sus descendientes la misma cantidad de especies de animales que encontró.” Lamentablemente la realidad muestra una situación contraria. Lo que se vio en los años 90 fue un avance descontrolado sobre ecosistemas frágiles, que no soportan la exploración agrícola intensiva, como las áreas de cerrados, sabanas y de vegetación semiárida. Esas regiones corresponden a un 40% de la superficie total del planeta y se estima un 22% de la producción mundial de alimentos. La superexploración lleva el agotamiento del suelo a su límite, un proceso conocido como desertificación. La FAO, un órgano de la ONU para la agricultura, estima que 250 millones de personas en más de 100 países son afectadas por el agotamiento del suelo.

Ese escenario sombrío sirve para reforzar la idea de que realmente vivimos los últimos días del planeta Tierra. En el libro de Apocalipsis (11:18) se dice que llegó el tiempo determinado para que Dios destruya “los que destruyen la Tierra”.

Quizás, la luz al final del túnel es solamente un tren en sentido contrario. Y cuando se confía sólo en los recursos humanos es cuando frecuentemente ocurre – el choque contra el “tren” de la impotencia y de la destrucción. Pero la esperanza apuntada por las Sagradas Escrituras es real, y la luz que despunta en las tinieblas del “túnel” llamado Tierra, es la luz de la venida de Cristo, que transformará este mundo desgastado en una nueva Tierra (Apoc. 21). Esa es la única esperanza del ser humano.

** NÚMEROS QUE ASUSTAN

La escasez de agua potable afecta a 2 mil millones de personas. En ese ritmo, dentro de 25 años serán 4 mil millones.

El agua contaminada por el descuido ambiental mata 2,2 millones de personas por año.

Aproximadamente 3 millones de muertes por año están relacionadas con la contaminación del aire.

Las emisiones de carbono, el principal contaminador del aire, han aumentado un 10% desde 1991.

Un 2,4 % de los bosques fueron destruidos en los años 90, un área que equivale al territorio de Mato Grosso (estado brasileño localizado al oeste de la región Centro-Oeste).

Se estima que 30 mil millones de toneladas de basura son arrojadas al medio ambiente cada año.

140 especies de plantas y animales son extinguidos por día

Lo que Estados Unidos gastan en la manutención de su arsenal nuclear (4,5 mil millones de dólares al año) alcanzaría como para salvar de la muerte por malaria a 600 mil niños y suministrar vacunas contra el sarampión suficientes para salvar más de 500 mil niños cada año.

De acuerdo con el estudio “Cambios Climáticos y Servicios Financieros”, publicado en octubre, los problemas ambientales podrían generar costos de hasta 150 mil millones de dólares por año hasta el año 2012.

Michelson Borges es periodista, redactor de la Casa Publicadora Brasileña y editor del blog www.michelsonborges.com

Traducido por Cleber Reis (Uberlândia – MG/Brasil)
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martes, 13 de noviembre de 2007

La fuerza de la convivencia

Ser joven en los días actuales no es nada fácil. Quizás en ninguna otra época de la historia haya sido tan difícil. Las estanterías de los malos pensamientos y malos hábitos están llenas y esperándonos en cada esquina de la vida. No es necesario andar mucho para ser desafiado y puesto a prueba: prendemos la TV y allí está el “mundo” sugiriéndonos (casi imponiendo) su estilo de vida; giramos el dial de la radio y (descontando algunas raras estaciones) sólo encontramos músicas sin sentido para quienes buscan vivir un estilo de vida cristiano; navegamos por Internet y si no somos bastante objetivos, tropezamos en basura de toda especie.

De hecho, la tentación está ahí. Satanás sabe que dispone de poquísimo tiempo y está usando sus últimas y más poderosas “cartas” para enredar el mayor número posible de personas. Parece una contradicción cuando Juan escribe que nosotros, jóvenes, somos fuertes (ver 1 Juan 2:14) cuando, en verdad, la mayoría de las veces nos sentimos como un mosquito en el ojo del huracán.

Pero, al mismo tiempo que el sentimiento de impotencia frente a las insinuaciones del maligno es algo perfectamente normal para nosotros – meros mortales dependientes -, es digno de nota el hecho de que Dios haya registrado en las Sagradas Escrituras la historia de jóvenes que, como todos los demás de todas las épocas, pasaron por pruebas aparentemente imposibles de ser vencidas.

Y aunque viviendo en días de duras pruebas, tenemos que admitir que las dificultades por las cuales algunos jóvenes de la Biblia pasaron sobrepasan aquellas por las cuales pasamos. Al final, lo que es un examen escolar en un sábado, la voluntad de usar una ropa insinuante, una chica impía y seductora, una lectura o película impropias y atractivas, un vaso de cerveza, etc., comparados al hecho de ser separado de la familia y llevado cautivo por un pueblo raro y pagano, amenazado de muerte en una hornalla ardiente, ser tentando por una joven mujer casada cuando nadie está viendo... “Ah, pero ellos eran jóvenes santos, especiales”, alguien puede pensar. Pero acuérdate: “Lo que los hombres hicieron, hombres pueden hacer.” Sí, eran jóvenes santos. Pero sujetos a las mismas tentaciones, y carentes de las mismas necesidades básicas que nosotros. ¿Cuál es su secreto, entonces?

La victoria y sus secretos

Si hubo un joven que podría reclamar de lo que la vida le había reservado, ese era José. Era un chico mimado y “acostumbrado al tierno cuidado de su padre” (Historia de los Patriarcas y Profetas, p. 215). Tenía todo lo que quería. Pero un día la calamidad le golpeó la puerta. Los hermanos, celosos, lo vendieron a una caravana de ismaelitas que venía desde Galaad.

En Egipto, fue otra vez vendido. De esta vez al oficial del Faraón y capitán de la guardia, Potifar. Y los problemas de José estaban sólo empezando.

Imagínate en aquella situación. Arrancado del hogar paterno y llevado a una tierra extraña – y como esclavo. Aunque así, en la casa de Potifar “no se avergonzó de la religión de sus padres, y no hizo ningún esfuerzo por esconder el hecho de que adoraba a Jehová” (Ibidem, p. 216).

Era ese el secreto de José: fidelidad a Dios y a las enseñanzas de sus padres. Y eso no lo libraba de problemas. Acusado de asedio por la esposa de Potifar, fue llevado a la cárcel (habría sido muerto, si Potifar creyera en la esposa infiel). Una vez más el joven hebreo tenía motivos para reclamar de Dios, Pero no; se dejó usar por Él allí en la prisión también. Dio buen testimonio mismo en aquella situación difícil. Y tiempos después, reconocidas sus capacidades y rectitud de carácter, el Faraón le dijo: “Tú estarás sobre mi casa y por tu palabra se gobernará todo mi pueblo” (Gn 41:40).

¡Estupendo giro! De esclavo encarcelado a gobernador. Y ahí se ve que aquel joven realmente mantenía una viva unión con el Cielo, pues su carácter “soportó la prueba tanto de la adversidad como de la prosperidad” (Ibidem, p. 222). Cuando pobre, hizo de Dios su mayor tesoro. Cuando rico y poderoso, pudiendo dar lugar a la venganza y disfrutar de todos los placeres concebibles, pensó apenas en el bien que podría hacer al pueblo y en cómo podría honrar el nombre de su Dios.

Un joven de valor, fiel en todas las circunstancias y, sin embargo, esencialmente igual a cualquiera, incluso tú.

Fidelidad recompensada

Daniel y sus tres amigos hebreos vivieron momentos semejantes a los de José. Fueron igualmente hechos cautivos por un pueblo pagano, los babilónicos. En Babilonia, fueron sometidos a las más diversas tentaciones y vencieron, aunque enfrentando la muerte.

¿El secreto? “[Daniel] se arrodillaba tres veces al día, oraba y daba gracias delante de su Dios.” Dan. 6:10. Además, sabía que “no hay ninguna cosa mejor para fortalecer la inteligencia que el estudio de las Santas Escrituras” (El Camino a Cristo, p. 90).

Oración aliada al estudio de la Biblia. La fórmula es antigua, pero no existe otra. Aquí reside la fuente de poder para vencer el mal. Si estas dos cosas no te son espontáneas o agradables, pide a Dios que te ayude. Acuérdate del joven Daniel y que “él fue un brillante ejemplo de aquello que los hombres pueden llegar a ser cuando están unidos con el Dios de la sabiduría” (Santificación, p. 19).

Elena de White, en el libro Mensajes a los Jóvenes, p. 349, añade que “jamás podréis lograr un buen carácter por el mero hecho de desearlo. Sólo podrá ser obtenido con esfuerzo”. Atención a las pequeñas cosas, templanza en el vivir, desviarse del mal por el poder de Dios, hacer de la Biblia nuestra lectura número uno y de la oración un hábito placentero, he aquí nuestra “labor” diaria; el secreto de la victoria, si queremos de hecho vencer.

Transformando por la convivencia

Cuantas veces nos damos cuenta de que estamos hablando o actuando de modo semejante al de las personas con las cuales convivimos más íntimamente. Esto es perfectamente natural. Cónyuges, con el tiempo, acaban asemejándose en muchos aspectos (aprendí a gustar de mango y animales gracias a mi esposa). Es el resultado de la convivencia.

Juan era un joven muy nervioso. Lo apodaron de “Hijo del Trueno”. Ay de aquel que cruzara su camino en los malos días. Pero cuando conoció a Cristo, algo interesante le ocurrió. Juan “se acercaba a Jesús, se sentaba a su lado, se apoyaba en su pecho. Así como una flor bebe del sol y del rocío, él bebía la luz y la vida divinas. Contempló al Salvador con adoración y amor hasta que la semejanza a Cristo y la comunión con él llegaron a constituir su único deseo, y en su carácter se reflejó el carácter del Maestro” (La Educación, p. 87). ¡De Hijo del Trueno a Discípulo del Amor!

Convivencia. Esa es la solución para nuestros defectos de carácter. “Todas nuestras esperanzas actuales y futuras dependen de nuestra relación con Cristo y con Dios” (Review and Herald, 19 de agosto de 1909). Buscar la victoria sobre el pecado sin la comunión con Cristo, es intentar lo imposible. A medida que nos acercamos a Jesús, vamos siendo paulatinamente transformados a Su semejanza.

Jóvenes como Timoteo, Elena de White, Loughborough, Andrews y otros, tuvieron también sus duras experiencias en la vida, pero vencieron. Sería redundante mencionar el secreto de su victoria, pues fue el mismo de Juan, Daniel y José: amistad íntima con Cristo.

Me acuerdo con tristeza de un joven llamado William, que ayudé a llevarlo a Cristo. Fue emocionante ver como él abrazó la verdad de forma tan vibrante. Leyó el libro El Gran Conflicto en poco tiempo, le gustaba hacer la Lección de la Escuela Sabática y acompañarme a los estudios bíblicos. Pero con el tiempo algo fue ocurriendo. William no más tenía tanto placer de asistir a los cultos y volvió a asociarse a los antiguos amigos “de fuera” de la iglesia. Como yo hacía facultad en otra ciudad, nos veíamos poco. Y William acabó por abandonar la Iglesia.

La última vez que nos encontramos, él me dijo lo siguiente: “Me siento como una hormiga fuera del hormiguero.” Y él estaba cierto. Aquellos que un día conocieron la verdad y tuvieron una vislumbre – por menor que sea – de la persona maravillosa de Jesús y lo abandonaron, aunque no lo admitan, jamás serán felices. Deben volver a Cristo o, al contrario, serán “hormigas fuera del hormiguero”.

Si estás leyendo este artículo y te sientes lejos de Cristo (estés en la iglesia o no), acuérdate: seres humanos como tú, hoy y en el pasado, vencieron y vencen por la convivencia diaria con Cristo. Vuélvete para Dios ahora. Pídele perdón y fuerzas para vencer. Sé un joven de valor, pues el Señor tiene grandes planes para ti.

Michelson Borges es periodista, redactor de la Casa Publicadora Brasileña y editor del blog www.michelsonborges.com

Traducido por Cleber Reis (Uberlândia, Minas Gerais, Brasil) – Su e-mail: cleber_alphaidiomas@yahoo.com.br / Su blog: www.cleberagenda.blogspot.com
Corregido por José Arenas (Florida - Puerto Rico) – e-mail: nomeck10@yahoo.com

jueves, 8 de noviembre de 2007

Matrix y el gran conflicto

Si la realidad que te rodea – tu dormitorio, la silla en la cual te sientes, el coche que manejas, todo – no pasara de un sueño o una simulación de la realidad, ¿cómo sabrías de eso? Y si supieras, ¿cómo libertarte e ingresar en un mundo real? Ese es más o menos el telón de fondo de una trilogía que involucra futurismo, teología, inteligencia artificial, filosofía y efectos especiales inéditos, y que ha arrebañado legiones de fanáticos por todo el mundo.

La primera película de la secuencia Matrix ganó cuatro Oscar, recaudó 460 millones de dólares y fue el primer DVD a vender más de 1 millón de copias. Las escenas de acción en cámara lenta, las luchas coreografiadas, las ropas y los temas cyberpunk sirvieron de inspiración para decenas de películas, videojuegos y propagandas que surgieron después. Más que eso, Matrix revolucionó la forma de hacer cinema y ha sido considerada una película de valor histórico, cuya importancia puede ser comparada a obras como 2001 – Una Odisea en el Espacio y Blade Runner.

Matrix cuenta la historia del hacker Thomas, apodado de Neo (Keanu Reeves), que encuentra a un hombre lleno de trucos llamado Morpheus (Laurence Fishburne). Él toma una píldora roja y descubre que los ordenadores simulan toda la “realidad”, un enorme mundo virtual llamado Matrix. La “verdadera realidad” es un futuro en el cual las máquinas se apoderaron de todo y mantienen los humanos en cápsulas, donde usan la energía que tienen para abastecer un gigantesco sistema de inteligencia artificial, mientras que su mente es mantenida en una especie de sueño, una realidad virtual. Morpheus es el líder de un grupo de rebeldes que quiere libertar a los humanos de las máquinas y cree que Neo es el salvador esperado, algo como el “Mesías”. Después de muchos entrenamientos, Neo consigue trascender la realidad de Matrix, desafiar las leyes de la física y ganar poderes sobrehumanos.

** SALIENDO DE LA CAVERNA

Dejando la ficción de lado, lo que llama la atención, también, en la película son las varias referencias al cristianismo. Neo es tenido como el libertador y resucita al final de la historia. Él es amigo de Apoc (Apocalipsis) y Trinity “trinidad”, (en inglés). La última ciudad humana, Zion, es una referencia a la bíblica Sión, y la nave de Morpheus fue bautizada con el nombre de Nabucodonosor.

Además del apelo religioso, hay también un telón de fondo filosófico en la propia base del enredo. Casi llega a parecer un plagio del famoso mito de la caverna, de Platón, escrito hace casi 2.400 años, y que describe personas presas en una caverna sin saber que existe “otro mundo” fuera.

Se puede percibir, también, una pizcadita de las ideas del pensador francés del siglo 18 René Descartes. Basta con leer sus palabras para notar la semejanza con Matrix: “Cuando pienso sobre mis sueños claramente, veo que nunca existen señales ciertas por los cuales estar despierto puede distinguirse de estar durmiendo. El resultado es que me quedo mareado y ese sentimiento sólo refuerza la idea de que yo puedo estar soñando.” Descartes imaginó la posibilidad de que un terrible demonio está constantemente dando la ilusión de que todas las certezas humanas son correctas, cuando en realidad ellas no harían cualquier sentido. El filósofo concluye que, como no se puede probar si ese demonio existe o no, ninguna de sus opiniones era segura.

** REALIDAD

Haciendo una búsqueda a través de las páginas de la Biblia, se puede percibir que Descartes llegó muy cerca de la verdad. De hecho, hay un demonio profundamente interesado en trasmitir la idea de que esta es la única realidad a nuestro alcance. Lucifer, el ángel rebelde, después de dar inicio al que conocemos como el gran conflicto cósmico, introdujo el virus de la maldad en este mundo y busca de todas formas concebibles mantener las personas en esta inmensa “matrix” de pecado, sin perspectivas de futuro allá de la sepultura y ajenas al que ocurre por detrás de los bastidores del gran drama espiritual. Con sus artimañas, él consigue hacer más o menos lo que las tres películas Matrix hacen con sus espectadores: los paraliza, los anestesia para la realidad verdadera. Como escribió Arnaldo Jabor, en el periódico O Estado de S. Paulo, del 17 de junio, comentando la segunda película de la trilogía (Matrix Reloaded), “la acción en la pantalla es incesante, de modo que nos paraliza la vida; el conflicto es permanente, de modo que priva el espectador de ver sus conflictos reales”.

El conflicto es contra el pecado en sus diversas formas. Pero, en el contexto bíblico, la gran diferencia en cuanto a la historia presentada en Matrix es que, diferentemente de la película, los que vencen el mal habitarán nuevos cielos y nueva tierra; un lugar donde no habrá más dolor, tristeza o muerte. En la película, es comprensible que algunos humanos no quieran dejar su mundo virtual, cuando descubren que el mundo real está arrasado. Pero, hablando de la “matrix del pecado”, salir de ella es indudablemente un buen negocio.

Michelson Borges es periodista, miembro de la Sociedad Creacionista Brasileña y autor de los libros A História da Vida (La Historia de la Vida), Por Que Creio (Porque Creo) y Nos Bastidores da Mídia (En los Bastidores de los Medios).

Traducido por Cleber Reis (Uberlândia, Minas Gerais, Brasil) – e-mail: cleber_reis@hotmail.co
Corregido por José Arenas (Florida - Puerto Rico) – e-mail: nomeck10@yahoo.com

El precio de la carne

Nunca he pensado que sería tan difícil hacer esa revelación a nuestra hijita de poco más de dos años. Cuando mi esposa estudiaba la Lección de la Escuela Sabática con nuestra pequeña, y le había dicho que hay personas que comen pescado, ella abrió los ojos y dijo, indignada: “No, no comen.” Para ella, los animales son nuestros amigos, y no alimento.

Estuve por un tiempo pensando sobre eso. Sobre nuestra postura – como adventistas, creacionistas y mayordomos de Dios – delante de los animales. Me acordé, entonces, de un artículo que había leído en la edición de Marzo de 2004 de la revista Superinteresante, y que tenía el título para esta reflexión.

En el texto, el periodista Dagomir Marquezi habla sobre las crueldades perpetradas contra animales. Él menciona los famosos “mercados de vida salvaje” asiáticos. Allí, animales de las más diferentes especies comparten jaulas apretadas y sin agua ni comida – un “festival de sangre, orina y heces”, en las palabras de Marquezi. Según él, las imágenes más chocantes certifican lo que esos mercados hacen a los perros, que allí son tenidos como finos manjares.

Los cocineros de esos mercados creen que la adrenalina en la sangre de los canes ablanda la carne. Cuanto más sufrimiento, más exquisito el plato. “En nombre de la carne blanda, la palabra de orden es torturar a los perros hasta la muerte”, dice el periodista. Él relata tres incidentes macabros: el de un pastor alemán siendo ahorcado en la viga de una cocina; el de un perro callejero con las patas delanteras atadas hacia atrás en el cuerpo; y el de un can flaquito, que fue zambullido en agua hirviendo aún vivo.

¿Quién dio ese derecho al ser humano? ¿Qué especie de criatura es esa que es capaz de arrojar una langosta viva en agua hirviente? ¿Que come un pescado fileteado aún vivo en su plato, en un restaurante japonés? ¿Qué derecho tenemos de prender becerros en lugares oscuros, sufriendo de anemia inducida e inmobilizados por toda su corta vida, con el fin de dar la vitela? ¿Es justo mantener gallinas apretadas en una jaula de su tamaño, siendo obligadas a comer todo el tiempo, con sus picos cortados, y sin dormir? ¿Será que nuestro paladar es tan importante así?

Como si no bastaran las crueldades contra nuestros compañeros de planeta, hay también el aspecto de la salud humana. La escritora Elena de White dijo que llegaría el momento que tendríamos que abandonar la dieta cárnea (Consejos sobre Salud, p. 450). Pienso si ese tiempo ya no ha llegado. La Sars nació en el suelo sucio de los mercados chinos. La enfermedad da la vaca loca apareció cuando el ganado fue obligado a canibalizarse. Virus mutantes saltan de la sangre de aves para la de los seres humanos sin defensas naturales. Nada menos que el 60% de la enfermedades humanas surgidas en los últimos 20 años tienen origen en el manejo inapropiados de animales.

Para intentar controlar esas enfermedades, se cometen más atrocidades: se entierran millones de aves vivas y se ahogan gatos salvajes en piscinas de desinfectantes, por ejemplo. “Provocamos el desastre y masacramos las víctimas”, dice Marquezi. “Tenemos un camino inteligente” – continúa él: - “racionalizar, humanizar y disminuir cada vez más el consumo de animales. O podemos seguir el baño de sangre. Así, todos pagaremos el precio.”

¡Palabras de alguien sin motivación religiosa! Y nosotros, ¿qué postura debemos adoptar? Consejos sobre ese tema ya nos ha sido dado abundante y equilibradamente hace un siglo, por la sierva del Señor. Veamos:

“El uso común de la carne de animales muertos ha tenido una influencia deteriorante sobre la moral así como sobre la constitución física. y una salud pobre, en una variedad de formas, revelaría ser resultado seguro del consumo de carne, si pudiera rastrearse la causa del efecto” (Manuscrito 22, 1887).

“Los alimentos preparados a base de carne perjudican la salud física, y debemos aprender a vivir sin ellos. Los que están en situación de poder seguir un régimen vegetariano, pero prefieren seguir sus propias inclinaciones en este asunto, comiendo y bebiendo como quieren, irán descuidando gradualmente la instrucción que el Señor ha dado tocante a otras fases de la verdad presente” (Consejos sobre el Régimen Alimenticio, p. 403).

“Los que han recibido instrucciones acerca de los peligros del consumo de carne, té, café y alimentos demasiado condimentados o malsanos, y quieran hacer un pacto con Dios por sacrificio, no continuarán satisfaciendo sus apetitos con alimentos que saben son malsanos” (Ibidem, p. 36).

Aunque Elena de White afirme que no se deba hacer de la alimentación cárnea una prueba de comunión (CSRA, p. 130), cabe a los líderes y a los “que están en condiciones de seguir el régimen vegetariano” dar ejemplo en ese sentido, siendo una influencia positiva delante de la gente.

Y ya que el régimen huevo-lacto-vegetariano es, por ahora, el más recomendable, también podemos tomar actitudes como comprar sólo huevos de gallinas creadas sueltas en el campo, comiendo lo que quieren con sus picos enteros. Cuando Dios nos ordenó que domináramos los animales (Gn 1:28), puso sobre nosotros una gran responsabilidad, que debe ser ejercida con sabiduría y benevolencia.

De mi parte, intentaré explicar a mi hijita que una vez, hace mucho tiempo, Dios autorizó a Noé y su familia a comer animales limpios, en una situación emergencial. Infelizmente, a los hombres les gustó que experimentaran y no pararán de matar para comer. Pero pronto, eso va a acabar.

Michelson Borges es periodista de la Casa Publicadora Brasileña (www.cpb.com.br) y miembro de la Sociedad Creacionista Brasileña (www.scb.org.br).

Traducido por Cleber Reis (Uberlândia, Minas Gerais, Brasil) – e-mail: cleber_reis@hotmail.com
Corregido por José Arenas (Florida - Puerto Rico) – e-mail: nomeck10@yahoo.com

miércoles, 7 de noviembre de 2007

¿Escrito en las Estrellas?

¿Cuál es tu signo? Esta es una pregunta común entre las personas, especialmente cuando se conocen y quieren saber si tienen alguna afinidad astrológica. Llega a ser sorprendente el hecho de que tanta gente aún toma decisiones o decide el futuro amoroso basado en lo que estaría escrito en las estrellas, aunque viviendo en una era de conquistas científicas espectaculares y de gran diseminación del conocimiento. Ese es el lado irónico de la cosa. A despecho de la gran evolución científica, nunca se ha presenciado en toda la historia de la civilización una explosión tan grande de misticismo que mezcla fantasía y realidad en dosis que tienden a traer de vuelta un panorama que se pensaba sepultado en el pasado lejano.

Aunque hoy no existe exactamente un culto a los astros, como había en las civilizaciones de la antigüedad, millares de personas basan cruciales decisiones médicas, profesionales y personales en consejos recibidos de astrólogos y de publicaciones dedicadas a la astrología. Y más de la mitad de esas personas son jóvenes.

La astrología surgió en una época en que la visión que la humanidad tenía del mundo era dominada por la magia y por la superstición. Los cuerpos celestes eran considerados dioses o “espíritus” importantes, que parecían pasar el tiempo trabajando con la vida de los seres humanos. Las personas buscaban en el cielo señales que les permitieran descubrir lo que los dioses harían a continuación. Incluso en la antigua Babilonia ya había la práctica de astrología, conforme registró el profeta Isaías: “Te has fatigado en tus muchos consejos. Comparezcan ahora y te defiendan los contempladores de los cielos, los que observan las estrellas, los que cuentan los meses, para pronosticar lo que vendrá sobre ti” (Is 47:13).

Pero, ¿por qué la astrología se mantiene hasta hoy? ¿Tiene ella, al final, base científica? A continuación son analizadas siete cuestiones, basadas en un estudio del astrónomo estadounidense Andrew Franknoi, las cuales ponen en jaque la pretensión de la astrología de ser una ciencia, a semejanza de la astronomía.

¿Cuál es la probabilidad de que 1/12 de la población mundial tenga un mismo tipo de día? Los astrólogos que publican horóscopos en los periódicos aseguran que se puede saber algo sobre los acontecimientos del día de una persona simplemente leyendo uno de los doce párrafos de la columna dedicada al tema en un periódico. Una división sencilla muestra que alrededor de 400 millones de personas en el mundo tendrían el mismo tipo de día, todos los días. “Dada la necesidad de atender a tantas expectativas al mismo tiempo, se torna claro el motivo por el cual las previsiones astrológicas vienen acondicionadas en un palabreado lo más vago y genérico posible”, analiza Franknoi.

La astrología parece científica para algunas personas porque el horóscopo está basado en un dato exacto: el tiempo del nacimiento de uno. Cuando la astrología fue establecida, hace mucho tiempo, el instante del nacimiento era considerado el punto mágico de la creación de la vida. Pero hoy entendemos el nacimiento como el punto culminante de un desarrollo de nueve meses dentro del útero. Probablemente el motivo por el cual los astrólogos se mantienen fieles al momento del nacimiento tiene poco que ver con la teoría astrológica. Casi todo cliente sabe cuándo nació, pero es difícil identificar el momento de la concepción de una persona.

- Si el útero de la madre puede alejar influencias astrológicas hasta el nacimiento, como dicen los astrólogos, ¿será posible hacer la misma cosa con un trozo de filete? Si fuerzas tan poderosas emanan del cielo, ¿por qué ellas son inhibidas antes del nacimiento por una fina capa protectora hecha de músculos, carne y piel? Si el horóscopo potencial de un bebé es insatisfactorio, ¿sería posible tardar las acciones de las influencias astrológicas circundando inmediatamente el recién nacido con un pedazo de carne hasta que los signos celestiales estén favorables?

- Otro aspecto interesante que se nota es que, si los astrólogos son tan buenos como afirman, ¿por qué no son ricos? Algunos contestan que no pueden prever eventos específicos, sólo tendencias amplias. Otros alegan tener el poder de prever grandes eventos, pero no pequeñas ocurrencias. Pero, sea cual sea, los astrólogos podrían ganar billones previendo el comportamiento general del mercado de acciones o del mercado futuro del oro y así no necesitarían cobrar consultas tan caras y publicar tiras en periódicos.

- Por parte de la ciencia (la astronomía), la astrología recibe aún otro golpe. Algunos astrólogos afirman que el signo del Sol (la localización del Sol en el Zodíaco en el instante del nacimiento), usado exclusivamente por muchos horóscopos de periódicos, es una guía inadecuada para los efectos del cosmos. Ellos insisten que la influencia de todos los cuerpos principales en el Sistema Solar se debe llevar en consideración, incluyendo Urano, Neptuno y Plutón, que sólo fueron descubiertos en 1781, 1846 y 1930, respectivamente. “¿Y antes de 1930? ¿Estaban erradas todas las previsiones astrológicas? ¿Y por qué las imprecisiones de los antiguos horóscopos no llevaron a deducir la presencia de los tres planetas mucho antes de que los astrónomos los descubrieran? ¿Y qué ocurriría si fuera descubierto un décimo planeta? ¿Y qué decir de los asteroides y de las lunas del tamaño de planetas, ubicados en la periferia del Sistema Solar?”, cuestiona Franknoi. La desconsideración de esos cuerpos celestes por parte de los astrólogos nos lleva a otra pregunta: si la influencia astrológica es ejercida por alguna fuerza conocida, ¿por qué los planetas dominan? Si los efectos de la astrología pueden ser atribuidos a la gravedad, a la fuerza de las mareas o al magnetismo, cualquiera podría realizar los cálculos necesarios para ver lo que realmente afecta a un recién nacido. Por ejemplo, el obstetra que hace el parto ejerce una fuerza gravitacional cerca de seis veces superior a la de Marte y cerca de dos mil millones de veces superior a la de las mareas. El médico puede tener mucho menos masa que el planeta rojo, pero está mucho más cerca del bebé.

- Caso los astrólogos digan que la influencia astrológica es ejercida por una fuerza desconocida, ¿por qué no depende de la distancia? Todas las fuerzas de largo alcance conocidas en el Universo pierden fuerza a medida que los objetos se alejan, pero las supuestas influencias astrológicas no dependen de la distancia. La importancia de Marte en cuanto a un horóscopo es idéntica, esté el planeta al mismo lado del Sol que la Tierra o siete veces más distante, al otro lado. Una fuerza independiente de la distancia sería un descubrimiento revolucionario. Aunque se admitieran que la influencia astrológica no depende de la distancia, aparecería otra pregunta: ¿por qué no existe astrología de estrellas, galaxias y cuásares?

- Para el astrónomo francés Jean-Claude Pecker, los astrólogos parecen tener “una mente muy estrecha” cuando limitan su oficio al Sistema Solar. “Billones de estupendos cuerpos desparramados por todo el Universo deberían sumar su fuerza a la de nuestros pequeños Sol, Luna y planetas”, dice Pecker. ¿Un cliente, cuyo horóscopo omite los efectos de Rigel, del Pulsar del Cangrejo y de la Galaxia M31 (Andrómeda), habrá recibido un mapa astrológico completo?

Muchas otras cuestiones científicas podrían ser mencionadas, pero finalicemos con una de orden ética. El cristianismo – y cualquier sociedad civilizada – deplora todos los sistemas que juzgan los individuos por su sexo, color de piel, religión, nacionalidad o cualquier otro acaso de nacimiento. El propio Dios “no hace diferencia entre una persona y otra“ (Hechos 10:34). Sin embargo, los astrólogos hacen alarde de que pueden evaluar las personas basados en otro acaso de nacimiento: las posiciones de los cuerpos celestes. ¿La recusación de enamorarse de alguien del signo de Leo o de emplear a alguien que sea de Virgo no sería tan condenable como la recusación de enamorarse de una persona negra o de dar empleo a un protestante?

Delante de lo que ha sido expuesto, sigue válido el consejo de Moisés a los antiguos israelíes para que no se levantaran los ojos al cielo y, viendo el Sol, la luna y las estrellas, todo ese ejército del cielo, fueran llevados a inclinarse delante de ellos (Deut. 4:19). Mejor que creer en la guía de los astros celestes y que el destino humano estaría escrito en las estrellas, es depositar la vida en las manos del Creador de los planetas, de las galaxias, en fin, del Universo.

Michelson Borges es periodista, miembro de la Sociedad Creacionista Brasileña (www.scb.org.br) y autor de los libros A Historia da Vida (La Historia de la Vida), Por Que Creio (Porque Creo) y Nos Bastidores da Mídia (En los Bastidores de la Mídia) (www.cpb.com.br)

Traducido por Cleber Reis (Uberlândia, Minas Gerais, Brasil) – e-mail: cleber_reis@hotmail.com
Corregido por José Arenas (Florida - Puerto Rico) – e-mail: nomeck10@yahoo.com

lunes, 5 de noviembre de 2007

¿Por qué creo?

No suelo leer la sección de deportes de los periódicos, pero la edición del 29 de septiembre de 2005 de O Estado de São Paulo trajo un texto que me llamó la atención, bajo el título “Pero, yo siento su falta”.

El articulista y compositor Nando Reis escribió, entre otras cosas, lo siguiente: “Infelizmente no creo en Dios. Digo infelizmente pues esa imposibilidad muchas veces hace de mi vida un trayecto silencioso y solitario. Me gustaría poder compartir con alguien las penurias y los agrores de esa vida tan complicada. Cuántas veces quise yo, mirar hacia lo alto y sentirme amparado por la mano del Señor, cuando me encontré impotente delante de tanto peligros. Cuando temí por la vida de mis hijos, venidos y creados para disfrutar de la gracia de este mundo, pero, como todos nosotros, son vulnerables a la violencia que nos acosa y nos amenaza – me siento solo sin poder pedir protección para los míos.”

¿Por qué Nando siente la falta de Dios? Porque el ser humano fue creado para creer. Somos seres con vocación religiosa, aunque muchos entre nosotros no queramos admitir eso.

Hace un tiempo, leí un libro del ex-profesor de Neurología y Siquiatría de la Universidad de Viena y fundador de la Logoterapia, Viktor Frankl (1905-1997), que me hizo pensar en esa necesidad humana no siempre satisfecha. Por ser judío, Frankl fue enviado para campos de concentración, entre 1942 y 1945, incluso los de peor fama como el de Therezin y el de Auschwitz, donde perdió su esposa (recién-casada), su madre y un hermano. Durante los años de cautiverio, lo que mantuvo el médico activo y animado fue ese gran interés por el comportamiento humano, lo que lo llevó después a la conclusión de que ese interés lo había salvado y que aquellos compañeros de prisión que tenían algún tipo de esperanza y daban un significado a sus vidas, predominaban entre los supervivientes del salvajismo y del hambre a que todos habían sido sometidos.

El libro al cual me refiero es La Presencia Ignorada de Dios. En él, Frankl habla de una “fe inconsciente” y de un “inconsciente transcendental” que incluye la dimensión religiosa. Para él, cuando la fe, en escala individual, se atrofia, se transforma en neurosis; y en escala social, degenera en superstición.

“Sólo la persona espiritual establece la unidad y totalidad del ente humano”, garantiza Frankl. “Ella forma esta totalidad como siendo bio-sico-espiritual. .... Solamente la totalidad tripla torna el hombre completo” (La Presencia Ignorada de Dios, p. 21).

Las palabras de Frankl se hacen eco de algo escrito casi un siglo antes, por Elena de White: Aquellos que consagran cuerpo, alma y espíritu a Dios, recibirán constantemente nueva dotación de poder físico, mental y espiritual. Las inagotables provisiones del cielo están a su disposición. Cristo les da el aliento de su propio Espíritu, la vida de su propia vida. El Espíritu Santo pone por obra sus energías más sublimes en el corazón y la mente” (Obreros Evangélicos, p. 117).

No conozco a Nando Reis personalmente, pero creo que se puede decir que “ le hace falta algo” porque, según Frankl, no es un hombre completo; y, de acuerdo con Elena de White, le falta el aliento de Cristo”.

Frankl afirma que la consciencia muestra nuestro origen y la compara al ombligo. El ombligo sólo puede ser comprendido a partir de la historia prenatal del hombre, como siendo un “resto” en el hombre que lo transciende y lo lleva a su procedencia del organismo materno. De la misma forma, la consciencia sólo puede ser entendida en su sentido pleno cuando la concebimos a la luz de un origen transcendente.

Para el sicoanalista, “la consciencia es la voz de la transcendencia y, por eso, ella misma es transcendiente. El hombre irreligioso ‘tiene’ consciencia, así como irresponsabilidad; él no cuestiona más allá, no pregunta por lo que es responsable, ni de dónde proviene su consciencia” (La Presencia Ignorada de Dios, p. 42).

En la página 45 de su libro, Frankl hace otra comparación interesante: “El hombre irreligioso se ha detenido antes del tiempo en su camino en busca de sentido, ya que no ha ido más allá de su consciencia, no ha preguntado más allá de ella. Es como si hubiera llegado a una cumbre inmediatamente inferior a lo más alto. ¿Por qué no sigue adelante? Es que no quiere perder el ‘suelo firme bajo sus pies’, pues la verdadera cumbre no está visible para él, está oculta en la niebla, y en esta niebla, en esta inseguridad, él no se arriesga a penetrar. Solamente una persona religiosa asume estos riesgos.”

Lo que le falta a Nando y tantas otras personas, es dar el paso de la fe; subir la montaña que les traerá verdadera satifacción existencial y senso de completud. Al final, es esa tendencia (muchas veces inconsciente) en dirección a Dios que precisa ser satisfecha. Y no vale intentar rellenar ese vacío con cualquier otra cosa o persona. Sólo Dios satisface, pues fue Él quien “ha puesto eternidad en el corazón del hombre” (Ecle. 3:11).

Michelson Borges es periodista de la Casa Publicadora Brasileña (www.cpb.com.br) y miembro de la Sociedad Creacionista Brasileña (www.scb.org.br)

Traducido por Cleber Reis (Uberlândia, Minas Gerais, Brasil) – e-mail: cleber_reis@hotmail.co
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Misterios modernos

Mientras yo leía O Universo numa Casca de Noz (El Universo en una Cáscara de Nuez), del físico británico Stephen Hawking, me pregunté si había algún lector lego como yo conseguiría entender todo aquello. Los arañazos en mi auto-estima fueron reparados cuando leí la siguiente declaración de Richard Feynman: “Nadie entiende la física cuántica.” ¡Uff! Feynman es uno de los mayores especialistas en física cuántica del mundo y detentor de un Nobel de Física. Me sentí humillado, ya que comparto con las eminencias en el asunto, un grado (muy mayor, es claro) de ignorancia.

Lo que me llama la atención de verdad es el hecho de que hay mucha gente intentando entender los misterios del cosmo, y los libros de divulgación científica han tenido mucho éxito. El libro de Hawking, el que me he referido, por ejemplo, ocupó la lista de uno de los más vendidos de la revista Veja por semanas seguidas, aunque habiendo sido considerado por especialistas como muy complicado para los no iniciados.

¿Por qué, al final, nos gustan cada vez más libros sobre glúons, leptons, agujeros negros, gravedad que “tuerce” el espacio y el doblez en el tiempo? ¿Por qué queremos entender complicaciones como el Modelo Patrón, un sumario de todo lo que se sabe sobre las partículas elementales, o la Teoría de Todo, que busca medios de unificar todas las interacciones de la naturaleza en una gran hipótesis explicativa?

Una posible respuesta sería: es porque eso es parte del espíritu humano, que no se contenta con la realidad “sencilla” en la cual está insertado. En las palabras del matemático y filósofo Blaise Pascal: “No hace falta una gran sublimidad de alma para percibir que en esta vida no hay verdadera y sólida satisfacción, que todos nuestros placeres son mera vanidad, que nuestras aflicciones son infinitas y, finalmente, que la muerte... nos amenaza a cada momento. ... Vamos a ponderar estas cosas y después decir si no está fuera de duda que la única buena cosa de esta vida es la esperanza de otra vida, que nos ponemos felices sólo al acercarnos a ella.” – Pensées, p. 129.

Desde los tiempos de la antigüedad, las personas buscan dar explicaciones para las cosas, llegando muchas veces a apelar al misticismo o a los mitos, para “explicar” lo entonces inexplicable. Como dijo Albert Einstein, “la más bella experiencia que podemos tener es la del misterio. Él es la emoción fundamental que está en la cuna de la verdadera ciencia. El que no sabe de eso y ya no consigue sorprenderse o maravillarse, está prácticamente muerto”. Y la opinión de Einstein es compartida por otros grandes científicos – como Niels Bohr, Max Planc y Werner Heinsenberg -, que han concluido que en el universo racional hay espacio para maravillas incomprensibles.

Cuando se deja de dorar la píldora, se percibe que hay muchos misterios que, en vez de maravillar, asombran la humanidad. Ejemplos: ¿Qué ocurre después de la muerte? ¿Cómo será el fin del Universo? ¿Existe un Creador o somos frutos de la casualidad? Felizmente, la Biblia provee la mayor parte de las respuestas a preguntas inquietantes como éstas. Pero, infelizmente, no son todos los que están dispuestos a adoptarlas como fuente segura de informaciones. Según el principio de Ockham, cuanto más sencilla una explicación, mejor es ella. Y la Palabra de Dios provee esas respuestas sencillas; algunas, como la creación del Universo, tan sencilla que buena parte de dicha comunidad científica no las acepta. Ahora, toda consecuencia proviene de una causa; si la realidad existe, es porque alguna “cosa” o alguien la originó.

Negar la existencia del Originador de la realidad sólo porque Él está más allá de los métodos científicos de determinación de lo que es “real”, es más o menos como una historia que recibí por correo electrónico hace un tiempo:

Un día, en el aula, la profesora estaba explicando la teoría de la evolución a sus alumnos. Ella preguntó a uno de los estudiantes:

- Tomás, ¿estás viendo aquel árbol afuera?

- Sí, contestó el chico.

La profesora vuelve a preguntar:

- ¿Ves el césped?

Y el chico contesta prontamente:

- Sí.

Entonces la profesora le pidió a Tomás que saliera del aula, mirara hacia arriba y le dijera si podía ver el cielo. Tomás salió, volvió al aula, y dijo:

- Sí, profesora. Yo vi el cielo.

- ¿Viste a Dios?

El chico contestó que no. La profesora, dirigiéndose a los demás alumnos de la sala, dijo:

- De eso estoy hablando. Tomás no pudo ver a Dios, porque Dios no está allí. Entonces podemos concluir que Dios no existe.

En aquel momento, Pedrito se levantó y pidió permiso a la profesora para hacer algunas preguntas más a Tomás.

- Tomás, ¿ves el césped afuera?

- Sí.

- ¿Ves los árboles?

- Síííííííí.

- ¿Ves el cielo?

- ¡Claro que sí!

- ¿Consigues ver el cerebro de la profesora?

- No – contestó Tomás, hallando la pregunta un poco rara.

Pedrito, dirigiéndose entonces a los compañeros de la clase, dijo:

- Compañeros, de acuerdo con lo que hemos aprendido hoy, podemos concluir que la profesora no tiene cerebro.

No sé qué consecuencias hubieron con las palabras de Pedrito, pero esa situación nos muestra que no siempre lo tangible, visible o testable es la única realidad.

** CONSEJOS INSPIRADOS

Es bueno apegarnos a los consejos de la inspiración cuanto a ese tema de la búsqueda de respuestas:

“Si bien es cierto que Dios ha dado pruebas evidentes para la fe, él no quitará jamás todas las excusas que pueda haber para la incredulidad. Todos los que buscan motivos de duda los encontrarán. Y todos los que rehusan, aceptar la Palabra de Dios y obedecerla antes que, toda objeción haya sido apartada y que no se encuentre más motivo de duda, no llegarán jamás a la luz” (El Conflicto de los Siglos, p. 314).


“El que aguarda hasta tener un conocimiento completo antes de querer ejercer fe,
no puede recibir bendición de Dios. No es suficiente creer acerca de Cristo; debemos creer en él” (El Deseado de Todas las Gentes, p. 328).

“Debes estar resuelto a creer aunque nada te parezca real ni verdadero” (Mensaje para los Jóvenes, p. 152).

Pienso que mucho más que la búsqueda de respuestas existenciales – aunque ese sea un empreendimiento importante -, está el prepararse para la vida eterna. Allí “todos los tesoros del universo se ofrecerán al estudio de los redimidos de Dios. Libres de las cadenas de la muerte, se lanzan en incansable vuelo hacia los lejanos mundos- mundos a los cuales el espectáculo de las miserias humanas causaba estremecimientos de dolor, y que entonaban cantos de alegría al tener noticia de un alma redimida. Con indescriptible dicha los hijos de la tierra participan del gozo y de la sabiduría de los seres que no cayeron. Comparten los tesoros de conocimientos e inteligencia adquiridos durante siglos y siglos en la contemplación de las obras de Dios” (El Conflicto de los Siglos, p. 395).

Michelson Borges es periodista, miembro de la Sociedad Creacionista Brasileña (www.scb.org.br) y autor de los libros A Historia da Vida (La Historia de la Vida), Por Que Creio (Porque Creo) y Nos Bastidores da Mídia (En los Bastidores de la Mídia) (www.cpb.com.br)

Traducido por Cleber Reis (Uberlândia, Minas Gerais - Brasil) – cleber_reis@hotmail.com
Corregido por Agustina Varela Chanona (Villahermosa, Tabasco - México) – gutty_varela@hotmail.com