¿Cuál es tu signo? Esta es una pregunta común entre las personas, especialmente cuando se conocen y quieren saber si tienen alguna afinidad astrológica. Llega a ser sorprendente el hecho de que tanta gente aún toma decisiones o decide el futuro amoroso basado en lo que estaría escrito en las estrellas, aunque viviendo en una era de conquistas científicas espectaculares y de gran diseminación del conocimiento. Ese es el lado irónico de la cosa. A despecho de la gran evolución científica, nunca se ha presenciado en toda la historia de la civilización una explosión tan grande de misticismo que mezcla fantasía y realidad en dosis que tienden a traer de vuelta un panorama que se pensaba sepultado en el pasado lejano.
Aunque hoy no existe exactamente un culto a los astros, como había en las civilizaciones de la antigüedad, millares de personas basan cruciales decisiones médicas, profesionales y personales en consejos recibidos de astrólogos y de publicaciones dedicadas a la astrología. Y más de la mitad de esas personas son jóvenes.
La astrología surgió en una época en que la visión que la humanidad tenía del mundo era dominada por la magia y por la superstición. Los cuerpos celestes eran considerados dioses o “espíritus” importantes, que parecían pasar el tiempo trabajando con la vida de los seres humanos. Las personas buscaban en el cielo señales que les permitieran descubrir lo que los dioses harían a continuación. Incluso en la antigua Babilonia ya había la práctica de astrología, conforme registró el profeta Isaías: “Te has fatigado en tus muchos consejos. Comparezcan ahora y te defiendan los contempladores de los cielos, los que observan las estrellas, los que cuentan los meses, para pronosticar lo que vendrá sobre ti” (Is 47:13).
Pero, ¿por qué la astrología se mantiene hasta hoy? ¿Tiene ella, al final, base científica? A continuación son analizadas siete cuestiones, basadas en un estudio del astrónomo estadounidense Andrew Franknoi, las cuales ponen en jaque la pretensión de la astrología de ser una ciencia, a semejanza de la astronomía.
¿Cuál es la probabilidad de que 1/12 de la población mundial tenga un mismo tipo de día? Los astrólogos que publican horóscopos en los periódicos aseguran que se puede saber algo sobre los acontecimientos del día de una persona simplemente leyendo uno de los doce párrafos de la columna dedicada al tema en un periódico. Una división sencilla muestra que alrededor de 400 millones de personas en el mundo tendrían el mismo tipo de día, todos los días. “Dada la necesidad de atender a tantas expectativas al mismo tiempo, se torna claro el motivo por el cual las previsiones astrológicas vienen acondicionadas en un palabreado lo más vago y genérico posible”, analiza Franknoi.
La astrología parece científica para algunas personas porque el horóscopo está basado en un dato exacto: el tiempo del nacimiento de uno. Cuando la astrología fue establecida, hace mucho tiempo, el instante del nacimiento era considerado el punto mágico de la creación de la vida. Pero hoy entendemos el nacimiento como el punto culminante de un desarrollo de nueve meses dentro del útero. Probablemente el motivo por el cual los astrólogos se mantienen fieles al momento del nacimiento tiene poco que ver con la teoría astrológica. Casi todo cliente sabe cuándo nació, pero es difícil identificar el momento de la concepción de una persona.
- Si el útero de la madre puede alejar influencias astrológicas hasta el nacimiento, como dicen los astrólogos, ¿será posible hacer la misma cosa con un trozo de filete? Si fuerzas tan poderosas emanan del cielo, ¿por qué ellas son inhibidas antes del nacimiento por una fina capa protectora hecha de músculos, carne y piel? Si el horóscopo potencial de un bebé es insatisfactorio, ¿sería posible tardar las acciones de las influencias astrológicas circundando inmediatamente el recién nacido con un pedazo de carne hasta que los signos celestiales estén favorables?
- Otro aspecto interesante que se nota es que, si los astrólogos son tan buenos como afirman, ¿por qué no son ricos? Algunos contestan que no pueden prever eventos específicos, sólo tendencias amplias. Otros alegan tener el poder de prever grandes eventos, pero no pequeñas ocurrencias. Pero, sea cual sea, los astrólogos podrían ganar billones previendo el comportamiento general del mercado de acciones o del mercado futuro del oro y así no necesitarían cobrar consultas tan caras y publicar tiras en periódicos.
- Por parte de la ciencia (la astronomía), la astrología recibe aún otro golpe. Algunos astrólogos afirman que el signo del Sol (la localización del Sol en el Zodíaco en el instante del nacimiento), usado exclusivamente por muchos horóscopos de periódicos, es una guía inadecuada para los efectos del cosmos. Ellos insisten que la influencia de todos los cuerpos principales en el Sistema Solar se debe llevar en consideración, incluyendo Urano, Neptuno y Plutón, que sólo fueron descubiertos en 1781, 1846 y 1930, respectivamente. “¿Y antes de 1930? ¿Estaban erradas todas las previsiones astrológicas? ¿Y por qué las imprecisiones de los antiguos horóscopos no llevaron a deducir la presencia de los tres planetas mucho antes de que los astrónomos los descubrieran? ¿Y qué ocurriría si fuera descubierto un décimo planeta? ¿Y qué decir de los asteroides y de las lunas del tamaño de planetas, ubicados en la periferia del Sistema Solar?”, cuestiona Franknoi. La desconsideración de esos cuerpos celestes por parte de los astrólogos nos lleva a otra pregunta: si la influencia astrológica es ejercida por alguna fuerza conocida, ¿por qué los planetas dominan? Si los efectos de la astrología pueden ser atribuidos a la gravedad, a la fuerza de las mareas o al magnetismo, cualquiera podría realizar los cálculos necesarios para ver lo que realmente afecta a un recién nacido. Por ejemplo, el obstetra que hace el parto ejerce una fuerza gravitacional cerca de seis veces superior a la de Marte y cerca de dos mil millones de veces superior a la de las mareas. El médico puede tener mucho menos masa que el planeta rojo, pero está mucho más cerca del bebé.
- Caso los astrólogos digan que la influencia astrológica es ejercida por una fuerza desconocida, ¿por qué no depende de la distancia? Todas las fuerzas de largo alcance conocidas en el Universo pierden fuerza a medida que los objetos se alejan, pero las supuestas influencias astrológicas no dependen de la distancia. La importancia de Marte en cuanto a un horóscopo es idéntica, esté el planeta al mismo lado del Sol que la Tierra o siete veces más distante, al otro lado. Una fuerza independiente de la distancia sería un descubrimiento revolucionario. Aunque se admitieran que la influencia astrológica no depende de la distancia, aparecería otra pregunta: ¿por qué no existe astrología de estrellas, galaxias y cuásares?
- Para el astrónomo francés Jean-Claude Pecker, los astrólogos parecen tener “una mente muy estrecha” cuando limitan su oficio al Sistema Solar. “Billones de estupendos cuerpos desparramados por todo el Universo deberían sumar su fuerza a la de nuestros pequeños Sol, Luna y planetas”, dice Pecker. ¿Un cliente, cuyo horóscopo omite los efectos de Rigel, del Pulsar del Cangrejo y de la Galaxia M31 (Andrómeda), habrá recibido un mapa astrológico completo?
Muchas otras cuestiones científicas podrían ser mencionadas, pero finalicemos con una de orden ética. El cristianismo – y cualquier sociedad civilizada – deplora todos los sistemas que juzgan los individuos por su sexo, color de piel, religión, nacionalidad o cualquier otro acaso de nacimiento. El propio Dios “no hace diferencia entre una persona y otra“ (Hechos 10:34). Sin embargo, los astrólogos hacen alarde de que pueden evaluar las personas basados en otro acaso de nacimiento: las posiciones de los cuerpos celestes. ¿La recusación de enamorarse de alguien del signo de Leo o de emplear a alguien que sea de Virgo no sería tan condenable como la recusación de enamorarse de una persona negra o de dar empleo a un protestante?
Delante de lo que ha sido expuesto, sigue válido el consejo de Moisés a los antiguos israelíes para que no se levantaran los ojos al cielo y, viendo el Sol, la luna y las estrellas, todo ese ejército del cielo, fueran llevados a inclinarse delante de ellos (Deut. 4:19). Mejor que creer en la guía de los astros celestes y que el destino humano estaría escrito en las estrellas, es depositar la vida en las manos del Creador de los planetas, de las galaxias, en fin, del Universo.
Michelson Borges es periodista, miembro de la Sociedad Creacionista Brasileña (www.scb.org.br) y autor de los libros A Historia da Vida (La Historia de la Vida), Por Que Creio (Porque Creo) y Nos Bastidores da Mídia (En los Bastidores de la Mídia) (www.cpb.com.br)
Traducido por Cleber Reis (Uberlândia, Minas Gerais, Brasil) – e-mail: cleber_reis@hotmail.com
Corregido por José Arenas (Florida - Puerto Rico) – e-mail: nomeck10@yahoo.com