“Cuando uso la palabra”, dijo Humpty Dumpty en un tono desdeñoso, “ella significa exactamente lo que quiero que signifique – ni más ni menos”. La cuestión es”, dijo Alice, “si tú puedes hacer que una palabra signifique tantas cosas diferentes”. La cuestión es”, dijo Humpty Dumpty, “saber quién manda. Eso es todo”.
(Lewis Carrol, Alice Através do Espelho)
El arte de convencer por la palabra es muy antigua. En su forma moderna, la propaganda política fue inaugurada por el bolchevismo y especialmente por Lenin y Trotsky. Sin embargo, antes de ellos hubo líderes que reconocieron su importancia. Napoleón Bonaparte fue uno de esos. Él dijo: “Para ser justo, no es suficiente hacer el bien, es igualmente necesario que los administrados estén convencidos. La fuerza se fundamenta en la opinión. ¿Qué es el gobierno? Nada, si no se dispone de la opinión pública.”
Pero fueron Hitler y Goebbels que (infelizmente) utilizaron con mucho éxito las técnicas de control a la opinión pública y, así, acabaron dando enorme contribución a la propaganda moderna.
Pero, ¿qué es propaganda? “La propaganda es un intento de influenciar la opinión y la conducta de la sociedad, de tal forma que las personas adopten una conducta determinada”, escribió Bartlett, en Political Propaganda. Y ¿cuál es la diferencia, entonces, entre propaganda y publicidad? Jean-Marie Domenach, en su libro A Propaganda Política, en la página 10, contesta: “La publicidad suscita necesidades o preferencias anunciando determinado producto particular, mientras que la propaganda sugiere o impone creencias y reflejos que, a menudo, modifican el comportamiento, o psiquismo y mismo las convicciones religiosas o filosóficas.”
Estudios de opinión pública encomendadas por el Ministerio de Justicia y por la Unesco (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura) al Ibope (reiting - índice de audiencia) mostró que, para el 30% de los encuestados, la televisión es el principal vehículo informativo y, para muchos, el 28% formativo. Ella es evaluada como una importante fuente de actualización de conocimientos y de entretenimiento. Sin embargo, la mayoría de los encuestados, el 57% afirmó no preocuparse con el contenido de la programación televisiva.
Poder de influenciar añadido al desinterés por el contenido de los programas. He aquí la fórmula ideal para el control de la opinión pública.
A partir del momento que se percibió que el hombre medio es un ser esencialmente influenciable, y que es posible cambiarle las opiniones y las ideas, los expertos pasaron a utilizar en materia política lo que ya se verificara viable del punto de vista comercial.
Así, las campañas electorales en los EE.UU. – con sus “paradas”, orquestas, girls y carteles, que son un verdadero y ruidoso reclamo – poco difieren de las campañas publicitarias. (Y ¿qué decir de la campaña electoral brasileña de 2002? Candidatos fueron ofrecidos al público como productos en una tienda...)
“Los poderes destructivos contenidos en los sentimientos y resentimientos humanos pueden ser utilizados, manipulados por especialistas”, dijo J. Monnerot. Y para eso son utilizadas leyes específicas. Son ellas:
** Ley de la Simplificación y del Enemigo Único
Consiste en concentrar sobre una única persona las esperanzas del campo al que ella pertenece o el odio por el campo adverso. Reducir la lucha política, por ejemplo, a la rivalidade entre personas es sustituir la difícil confrontación de tesis. En el caso del nazismo, los judíos acabaron elegidos como el “enemigo único”.
Un buen ejemplo contemporáneo fueron las campañas presidenciales brasileñas de 1989. En Fernando Collor de Mello se depositaron todas las esperanzas – muchas de ellas trabajadas por los medios de comunicación – del pueblo brasileño: un presidente joven, deportivo y aparentemente honesto, pues prometía acabar con los “maharajaes”.
** Ley de Ampliación y Desfiguración
La ampliación exagerada de las noticias es un proceso periodístico empleado a menudo por la prensa, que pone en evidencia todas las informaciones favorables a sus objetivos. Ejemplo: la huelga nacional de los petroleros, en 1998. Los vehículos de comunicación (especialmente Globo) anunciaban con frecuencia que los combustibles, pricipalmente el gas, iban a faltar. Acentuaban los problemas que advenirían de la falta de gas. Mostraban las colas de compradores en busca de sus garrafas de gas. Así, garantizaban la opinión pública desfavorable a los petroleros.
** Ley de la Orquestación
La primera condición para una buena propaganda es la infatigable repetición de los temas principales. Goebbels decía: “La Iglesia Católica se mantiene porque repite la misma cosa hace dos mil años. El Estado nacional-socialista debe actúar analogamente”.
Adolf Hitler, en su Mein Kampf, escribió: “La propaganda debe limitarse a pequeño número de ideas y repetirlas incansablemente. Las masas no se acordarán de las ideas más sencillas a menos que sean repetidas centenas de veces. Las alteraciones en ella introducidas no deben jamás perjudicar el fondo de las enseñanzas cuya difusión proponemos, pero apenas la forma. La palabra de orden debe ser presentada bajo distintos aspectos, aunque siempre figurando, en una fórmula invariable, a la manera de conlusión.”
Por lo tanto, la calidad fundamental de toda campaña de propaganda es la permanencia del tema, aliada a la variedad de presentación.
Cuántas veces escuchamos: “Brasil es un país óptimo. País donde se puede vivir. No hay guerras, terremotos, catástrofes...” Al transmitir los infortunios de otros países y noticiar, apenas de modo superficial, problemas brasileños, los medios de comunicación están contribuyendo para mantener el status quo.
** Ley de Transfusión
La propaganda no se hace de la nada y se impone a las masas. Ella siempre actúa, en general, sobre un sustrato preexistente, sea una mitología nacional, sea el simple complejo de odios y de prejuicios tradicionales. Es lo que los predicadores hacen cuando quieren amoldar una multitud a su objetivo: jamás contradicen las personas frontalmente, pero de inicio se declaran de acuerdo con ella.
La mayor preocupación de los propagandistas está en la identificación y en la explotación del gusto popular, mismo en aquello que tiene de más aflictivo y absurdo.
Tomemos como ejemplo la lucha por la preservación de Amazonia. ¿A quién interesa? ¿Qué intereses están por detrás? Hasta clichés como “Amazonia es el pulmón del mundo” – equivocado, bajo el punto de vista biológico – fueron creados para garantizar que los dueños del “patio” no lo exploten, como los países industrializados ya lo hicieron, desastrosamente.
** Ley de la Unanimidad
Se basa en el hecho de que inúmeras opiniones no pasan, en realidad, de una suma de conformismo, y se mantienen sólo por tener el individuo la impresión de que su opinión es esposada únanimente por todos en su medio. Es tarea de la propaganda reforzar esa unanimidad y mismo crearla artificialmente.
Cuando Ayrton Senna murió, los medios de comunicación trataron de transformarlo en un ídolo, incluso para personas que poco sabían sobre Fórmula 1. Al ser preguntada por un reportero sobre lo que estaba sintiendo, una mujer contestó: “Estoy muy triste. Yo no sabía cuánto quería a Ayrton.” No sabía mismo, hasta el momento que la midia le dijo eso.
Es preciso que las personas conozcan los mecanismos de control de opinión. Principalmente los profesionales de comunicación, para que no entren en esa ronda de la manipulación y hagan periodismo ético y responsable.
Michelson Borges es periodista, editor de la Casa Publicadora Brasileira y miembro de la Sociedade Criacionista Brasileira. Su blog: www.michelsonborges.com
Traducido por Cleber Reis (Uberlândia, Minas Gerais, Brasil) – cleber_reis@hotmail.com
Corregido por Agustina Varela Chanona (Villahermosa, Tabasco, México) – oggy_ribalta@hotmail.com