Investigaciones demostraron que la fe favorece la curación y mejora la disposición de vivir.La estudiante Rose Mendes fue ingresada de urgencia para hacer unos exámenes médicos. Tras algunos días recibió la terrible noticia de que tenía un cáncer terminal y tenía pocos meses de vida. Los tratamientos quimioterápicos fueron iniciados esperando que se postergara el avanzo de la enfermedad. Después de unos días los médicos se sorprendieron al constatar que el cáncer no sólo estaba contenido sino que en la habitación de Rose, esperaban ver una persona arrasada y deprimida. Pero, al contrario, se veía una chica sonriente y llena de esperanza.
- ¿Cuál es el secreto de tanta alegría? – preguntaba.
- Muchas veces me he despertado con miedo, en el medio de la noche – decía ella. – Pero luego tomaba mi Biblia, la leía y hablaba con Dios. Es eso lo que me mantiene firme.
El médico se impresionó con la determinación de la paciente. Pero sólo cuando ella se restableció completamente es que él se convenció del poder de la fe y de la esperanza en el proceso de curación. En verdad, ese es un fenómeno que ha llamado la atención de muchos investigadores alrededor del mundo, pues está tornando evidente que la fe nos capacita a vivir mejor.
Especialmente en los Estados Unidos diversas investigaciones han constatado la relación entre la fe y la curación. Un estudio de la Facultad de Medicina de Dartmouth reveló que la probabilidad de pacientes cardíacos murieran tras una cirugía era 14 veces más entre aquellos que no encontraban confort en la religión. En un plazo de 6 meses después de la cirugía, 21 pacientes murieron – pero entre los 37 que se declararon “profundamente religiosos” no ocurrió ninguna muerte.
Otra investigación – de la Universidad de Duke – probó que la religión de hecho hace bien a la salud. Los investigadores acompañaron un grupo de ancianos que va a la iglesia una vez a la semana y ora o lee la Biblia por lo menos una vez al día. La sorpresa fue que, entre los feligreses, la incidencia de hipertensión es un 40% menor que entre grupos de la misma edad, pero sin la misma fe. En verdad, según la Asociación Americana para el Progreso de la Ciencia, actualmente hay más de dos centenas de estudios que apuntan la fe como un buen remedio contra todo tipo de enfermedad – desde el insomnio hasta graves problemas cardíacos.
Delante de estos datos, muchos investigadores, especialmente del área médica, han repensado sus posturas. Dale Matthews es uno de ellos. Investigador del Instituto Nacional de Investigaciones para los Cuidados de la Salud, de Rockville, él catalogó 325 estudios que examinan esa relación y los efectos de las creencias en la curación de las enfermedades. Y el resultado fue sorprendente. Matthews, que suele orar con sus pacientes en el consultorio, concluyó que un 75% de las investigaciones muestran una conexión positiva. O sea, la fe realmente tiene un papel importante en la curación.
“En los últimos cinco años, los estudios sobre ese asunto anduvieron muy rápido. Entre otros resultados, se constató también que algún tipo de creencia aumenta la sobrevida en un 89%”, informó a una revista de circulación nacional el cardiólogo Herbert Benson, profesor de la Facultad de Medicina de Harvard.
Es bien verdad que aquellos que pautan la vida en las enseñanzas de la Biblia mantienen un estilo de vida saludable. En general no fuman, no toman alcohol y evitan llevar una vida promiscua y bohemia. Y cuando tienen algún problema de salud, suelen enfrentarlo de forma más positiva, “haciendo con que el tratamiento corra con más facilidad”, explica el oncólogo pediátrico Vicente Odone Filho, del Instituto del Niño, en San Pablo.
Eso no es todo. La fe y la disposición positiva que de ella adviene ayudan a producir sustancias importantes para el organismo. Aunque todavía no se conozcan exactamente cuáles de esas sustancias son producidas en mayor cantidad a partir de buenos sentimientos, es consenso que la acción de esas hormonas resultantes de los estímulos de fe o posturas positivas ayuda en el fortalecimiento del organismo. Muchos, como la melatonina y las catecolaminas, actúan directamente sobre el sistema inmunológico, responsable por las defensas del cuerpo, contribuyendo para la producción de sus células. “Sabemos que el sistema (conjunto de núcleos cerebrales donde son evaluadas las emociones) también está conectado al sistema nervioso, vinculado a la coordinación de funciones como la de control de la presión sanguínea y de latidos cardíacos”, afirma Andrew Newberg, investigador de la Universidad de Pensilvania.
TRANQUILIZANTE NATURAL
También ya se ha percibido que las personas religiosas – especialmente aquellas que creen en la vida tras la muerte – son mucho menos ansiosas. Es fácil comprender porque ese hecho de la fe también es bueno para el cuerpo. La ansiedad es un sentimiento que, después de procesado por el cerebro, provoca descargas de adrenalina en el organismo. Esta hormona acelera los latidos cardíacos y eleva la presión arterial. La exposición crónica a esa hormona contribuye para el surgimiento o agravamiento de enfermedades cardiovasculares y gastrointestinales. Además, la ansiedad debilita las defensas del organismo.
El Dr. Herbert Benson promovió una nueva comprensión de la fisiología envolvida en esa fe capaz de curar. Él observó que de un 60% a 90% de las consultas médicas envuelven enfermedades relacionadas con el estrés – incluyendo hipertensión, infertilidad, insomnio y problemas cardiovasculares. El Dr. Benson demostró que el estado de relajación provocado por la oración y meditación reduce el impacto de las hormonas del estrés, tales como la noradrenalina y la adrenalina. Por lo tanto, creer en algo más que la vida terrestre ayuda a ser feliz y, consecuentemente, encarar problemas, incluso enfermedades, con optimismo.
La verdadera religión, que nace del corazón y se somete a la voluntad de Dios, provee la serenidad y el equilibrio necesarios a una vida de paz y alegría. Es como dijo Maíza Netz, cantante cristiana: “Antes de conocer a Cristo, yo llevaba una vida triste con pocos momentos de alegría; hoy vivo una vida feliz con pocos momentos de tristeza.” La religión amplía los horizontes y da la certeza de que no precisamos enfrentar solos las luchas.
Don Claudio Hummes, en su columna en el periódico O Estado de S. Paulo del día 1 de diciembre de 1999, dijo que “la modernidad fracasó en la medida que excluyó la trascendencia divina y quiso endiosar al hombre, a quien, en verdad, sacó todo el horizonte para superarse y salir de la prisión egocéntrica. La fe cristiana, al contrario, apunta hacia una esperanza real”. Y la esperanza que nace de la fe sigue y seguirá siendo un santo remedio.
Beneficios de la religión
1. La certeza de no estar solo y poder contar con el poder infinito de Dios
2. Sensación de pertenecer a una familia/comunidad
3. Liberación del sentimiento estresante de culpa, a través de la confesión y del perdón
4. Conciencia de la origen y destino humanos, así como de nuestro lugar en el Universo
5. Serenidad, equilibrio moral y felicidad
6. Refuerzo de la auto-estima por saber que fuimos creados por Dios y a Su imagen
7. La adoración y el servicio por los otros nos llevan para allá de nosotros mismos y nos dan la sensación de utilidad
Píldoras antiestrés
Los que leen la Biblia perciben que ella está repleta de dosis de esperanza. Hay textos que son verdaderas “píldoras antiestrés”:
• “Teme a Jehová, y apártate del mal; Porque será medicina a tu cuerpo, Y refrigerio para tus huesos” (Proverbios 3:7 y 8);
• “La mente tranquila es vida para el cuerpo” (Proverbios 14:30 DHH);
• “El corazón alegre constituye buen remedio;Mas el espíritu triste seca los huesos” (Proverbios 17:22);
• “La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo” (Juan 14:27);
• “No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos?... Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas” (Mateo 6:31 y 33);
• “Jehová es mi pastor; nada me faltará. En lugares de delicados pastos me hará descansar; Junto a aguas de reposo me pastoreará... Aunque ande en valle de sombra de muerte” (Salmo 23:1, 2 y 4).
Michelson Borges, periodista, redactor de la Casa Publicadora Brasileña y editor de los sitios www.michelsonborges.com y www.criacionismo.com.br
Traducido por Cleber Reis (Uberlândia – MG/Brasil)
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